La familia De Grazia, guayanesa pero con orígenes todavía frescos en Italia, cuyos negocios pasaron de la noche a la mañana de la gastronomía y los despachos de abogados a la actividad bancaria, aportó un eslabón necesario para que la estatal Pdvsa evadiera las sanciones internacionales durante la gestión de Tareck El Aissami como Zar del Petróleo.
Por MARCOS DAVID VALVERDE – ARMANDO INFO
El pivote para ese fin fue un pequeño banco, el Compass Bank & Trust Corp, fundado en 2013 en Dominica, una de las Antillas Menores del Caribe suroriental, a la que en 2021 la Unión Europea catalogó como un paraíso fiscal.
En esos años las sanciones contra el régimen de Nicolás Maduro y su principal producto de exportación actuaban como un lastre para los embarques de petróleo venezolano, que a duras penas solo conseguían enrumbarse hacia puertos alternativos y a los llamados mercados spot. La manera que El Aissami entonces implementó para mantener el negocio en marcha sirvió como germen inicial del caso después conocido como Pdvsa-Cripto: los fondos obtenidos por las ventas internacionales del petróleo sujeto a sanciones se enviaban a cuentas en países asiáticos, desde donde se blanqueaban, convirtiéndolos en criptomonedas que, al final del ciclo, se cambiaban por monedas duras para acumularlas en el Compass Bank de Dominica. La travesía se completaba con la llegada de las divisas en efectivo a Venezuela.
En el esquema participaban los hermanos Carmelo, Levin y Daniel De Grazia, caras visibles de Bancamiga entonces, así como de un grupo de negocios en varios países. El trío, junto con Samark López, el oculto accionista principal del banco y, según la justicia de Estados Unidos, socio y testaferro de El Aissami, quedaron bajo arresto en las publicitadas redadas que el gobierno de Maduro practicó por el caso Pdvsa-Cripto.
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