El
experto dice, que era predecible que “sin inversiones en mantenimiento,
profesionales calificados, planificación y administración óptima de
cargas hidro-termo y sin infraestructura de expansión”, Caracas viva
también el colapso del sistema
En vista
de la disparidad de explicaciones sobre los cortes, fallas eléctricas y
apagones vividos en el país durante los últimos meses, que el Gobierno
Nacional califica como “actos de sabotaje”, mientras otros sectores
señalan fallas técnico-administrativas, falta de inversión o de
mantenimiento en la industria, éxodo de ingenieros y técnicos, entre
otras causas, Contrapunto le consultó a Víctor Poleo, experto en materia
energética y petrolera, además de ingeniero, profesor universitario,
conocedor del Sistema Eléctrico Nacional (SEN) y exviceministro del
entonces Ministerio de Energía y Minas (MEM) entre los años 1999 y 2001,
cuando Alí Rodríguez Araque, actual embajador de Venezuela –y por
segunda vez– en Cuba, se desempeñó como ministro del sector.
Al
preguntarle su opinión sobre las declaraciones de las autoridades
estatales acerca de las múltiples fallas eléctricas, Poleo considera que
la situación actual del SEN debe intentar comprenderse “desde el punto
de vista político”. Explica que “no es el caso ahora de focalizarse en
la ingeniería del sistema: un cable cortado por saboteadores, un
transformador que explota, la presencia de iguanas, el ‘derroche
eléctrico’ de los usuarios residenciales, etc.”, sino de “avizorar un
acelerado colapso del sistema nacional, y estando en progreso el de
Caracas, ya transcurridos 20 años de falta de genuina inversión y
derruida su infraestructura”.
Poleo no
duda en sostener que “la crisis del SEN es adrede, producto de una
intencionalidad política inducida por actores específicos –autores
materiales e intelectuales– en contra de sus connacionales y de la
propia nación”.
¿Crisis
inducida producto de una intencionalidad política? Esta es una tesis que
puede sonar descabellada, pero que Poleo asegura que debe ser evaluada.
Tal como lo explica, no solo hay un sector en problemas (el eléctrico),
sino que se suma el declive de Petróleos de Venezuela y del resto de
las industrias nacionales y la productividad.
Al
mencionarle el caso del año 2016, cuando se creó la comisión
presidencial del Estado Mayor Eléctrico (Decreto N° 2.241 del 18/2/2016)
y se argumentó que, debido al fenómeno de El Niño (y, en consecuencia,
de la sequía y afectación de la represa del Guri) se entraría en
emergencia energética, activándose finalmente un plan de racionamiento
por 40 días –exceptuando la Gran Caracas–, subraya Poleo que “en 70 años
de registros históricos del Caroní hubo 14 años de estiajes, pero solo
durante los del siglo XXI hubo racionamientos”.
Usted
dice que la crisis eléctrica hay que intentar abordarla, sobre todo en
este momento, desde el punto de vista político, que “privilegia una
explicación política”. ¿Qué habría detrás de la intencionalidad de
destruir las empresas nacionales? ¿En este caso, la industria eléctrica?
—Hace 10
años, en efecto, no era creíble que una cierta clase política en
funciones de gobierno agrediera a sus nacionales, que progresivamente
asfixiara el bienestar de la sociedad y que intencionalmente
desmantelara la actividad económica ya que, en principio, decir que un
gobierno destruye a su propia nación no parece creíble por ser esto
contra natura. Pero lo es en el atípico caso venezolano. Y lo es porque,
justamente, en las carencias de electricidad es donde descansa una
buena parte de los mecanismos para magnificar el dominio político de la
sociedad y de la economía. La intención entonces es establecer un
dominio de la población, propiciar la desmovilización política y
destruir al enemigo que, para esta clase política, somos todos. No sé si
conoces el término “guaraliar”: es como un toma y dame. En la actividad
pesquera, una vez que tú anzuelas un pez grande, lo cansas, y la cuerda
que lleva el anzuelo, la sueltas, y amarras el pez. Asimismo, se va
cazando a la persona. Estamos en la fase del guaral.
En Caracas
por ejemplo y los estados Miranda y Vargas se han registrado tres
largos apagones entre diciembre de 2017 y marzo de 2018. El más reciente
se suscitó el 5 de marzo. Sin embargo, “a diferencia de las grandes
fallas eléctricas ocurridas durante los años 2009-2010 y los estiajes en
el río Caroní en 2009-2010 y 2014-2015, estas últimas no obedecieron a
medidas de racionamiento”, expone el experto.
Poleo
además confirma que “crecientes fallas y racionamientos no programados
ocurren en distintos estados y regiones”. En las Navidades de 2017, el
Zulia se quedó sin luz, asimismo le sucedió al centro y occidente del
país, el 22 de febrero de 2018, fecha en la que se registraron zonas con
intervalos de 12 horas de interrupción del servicio, o a los estados
Zulia, Táchira, Mérida, Trujillo y Barinas, en los que se reportaron
caídas en el suministro de energía eléctrica el día 27 de febrero, y en
medio de “equívocas e inverosímiles explicaciones por parte del
gobierno”, comenta.
El
ingeniero asevera que el SEN “fue destruido en apenas 15 años
(2003-2018). No hay electricidad, no hay gasolina. No hay alimentos, no
hay medicinas. No presenciamos entonces la sola destrucción de la
centenaria industria eléctrica: presenciamos la entera destrucción de la
también centenaria industria del petróleo, de las industrias agrícola y
pecuaria, de las industrias farmacéuticas”.
Dicho de
otra forma, agrega, “la Venezuela etiquetada como revolución socialista
del siglo XXI nos transita a la barbarie. No hay educación ni
universidades: el socialismo del siglo XXI no quiere el conocimiento. El
tránsito a la barbarie ocurre con intencionalidad política; lo que
fuera conjetura en 2005 es hoy una afirmación con base en evidencias
fácticas”.
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