Republica del Zulia

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lunes, 5 de marzo de 2018

“La reconstrucción no es volver a montar lo que teníamos antes”,

Le propongo a Gerver Torres que pongamos la mirada en el año 89. Un punto de quiebre para la sociedad venezolana. Escenario, además, de un oscuro episodio bautizado como el Caracazo.

La experiencia de este economista en países de América Latina, Asia y el Medio Oriente, en procesos de transformación económica y transición política, sin duda, puede arrojar luces para entender la profunda crisis en que está inmersa la sociedad venezolana. La elipsis que ha descrito el país pareciera darles la razón a quienes plantearon la necesidad de introducir un revulsivo que dinamizara a un liderazgo político anestesiado y a un empresariado alérgico a los cambios. Pero esta entrevista no se trata de un “se los dije”, ni es un espacio para el resentimiento. Todo lo contrario, aquí hay hallazgos y aprendizajes. El problema del liderazgo, el reto de construir ciudadanía y una institucionalidad débil o en formación que fue destruida por el chavismo, supera con creces las recetas económicas, a estas alturas convencionales, de cómo superar la hiperinflación, por ejemplo. La reconstrucción del país es más retadora, pero no es una tarea para espontáneos sino para estadistas.

Si miramos al año 89 y al episodio que quebró a la sociedad venezolana, el tristemente famoso Caracazo, ¿qué diría usted? ¿Se han agravado las causas que provocaron el estallido social?

Las condiciones que tiene el país no solamente son peores a las que tenía en 1989, sino que son las más graves de su historia republicana. Similares a las de la Guerra Federal o incluso a las de la Guerra de Independencia. No hay nada equivalente a lo que estamos viviendo hoy. El nivel de destrucción de la infraestructura física, por tomar un ejemplo, se resume en una palabra: colapso. Si hablas de la institucionalidad, que es más importante todavía, y que en su momento era débil o en formación, la palabra sería destrucción. Si hablas de los desequilibrios macroeconómicos, nunca habíamos experimentados hiperinflación, estos niveles tan elevados de escasez o la caída tan pronunciada y por tantos años de la actividad económica, lo que se ha convertido no solamente en un hito latinoamericano sino mundial. Si hablamos de niveles de pobreza, ahí tienes la cifra del estudio Encovi: 87% o quizás más. En términos de salud, han reaparecido todas las enfermedades endémicas.

¿Qué explicaría entonces el hecho de que no se haya producido un estallido social?

Yo creo que, de alguna manera, el Caracazo fue una expresión del país posible en el sentido de que había mayores libertades. Era un país donde la gente sentía menos temor de salir a la calle y expresarse y también de cometer actos violentos como los que se cometieron, de saqueos, de destrucción, etcétera. Pero lo que hoy impide eso es la presencia de un Estado, de un gobierno, totalitario, que tiene en la represión un arma fundamental de sostenibilidad.

Uno puede decir que la propuesta de mirar hacia la modernidad, hacia una economía competitiva, como las que hoy rodean a Venezuela y que son objeto de envidia, se sustentaban en el 89 en una posibilidad real, a pesar de las anclas muy profundas que se oponían a los cambios, pero hoy nos impulsa el hambre, el sufrimiento, la destrucción. ¿Son dos cosas distintas, no? ¿Usted cree que la angustia nos puede llevar al cambio?

Lo que puede ocurrir aquí, yo quisiera además que sea pronto, es que el quiebre de este régimen, su desaparición, va a dar lugar a un sentimiento nacional muy fuerte de resurrección, de comienzo, de un rumbo que se vuelve a encontrar. Es un momento extraordinario, que genera muchísima energía. Es lo que viven los pueblos que han pasado por procesos de reconstrucción, en Europa y Japón. A mí lo que me preocupa es que ese sentimiento, ese entusiasmo, esa energía que se va a dar en el momento en que se produzca ese quiebre, no estemos preparados para sostenerlo, para profundizarlo y para valernos de él y lleguemos a las metas a los que tenemos que llegar.

¿Le preocupa porque no hay institucionalidad o porque no tenemos los recursos? ¿Por qué no tenemos la masa crítica que pueda conducir esa transformación?

Me preocupa por una combinación de varias cosas. Uno: por la posible falta de claridad del liderazgo político acerca de la envergadura y de la manera en que hay que plantearse la reconstrucción. Dos: por la falta de consciencia que pudiera haber de que ese desafío no es un programa de gobierno, sino el producto de un gran acuerdo nacional, pero también de una postura inspiradora y muy genuina de ese liderazgo. El tema de recuperar niveles de vida que tuvimos en el pasado no es lo más importante, porque cuando los venezolanos despertamos un día sabiendo que hemos cambiado el rumbo, que ahora vamos en la dirección correcta y hay esperanza, en ese momento nuestro bienestar va a mejorar significativamente. Si el liderazgo no responde adecuadamente a ese reto, la necesidad de cambio y la energía esperanzadora puede durar poco.

Ha ido al meollo del asunto, a la cuestión que significa la visión que pudiera tener el liderazgo. Yo no sería tan optimista y diría que en el 89 teníamos un liderazgo mejor que el actual. Era un liderazgo probado en la reconstrucción de la democracia. Algo de razón pudieran tener los señores del gobierno cuando dicen que el liderazgo opositor no tiene una propuesta clara.

Las propuestas están, lo que nos ha faltado es la narrativa. En ese sentido, creo que los líderes democráticos deberían asumir la narrativa de la reconstrucción. Porque ella se contrapone muy bien a la del gobierno, que ha sido la destrucción y la división. Sería, por contraposición, unidad y construcción. El resurgimiento, la resurrección, son ideas muy poderosas, no sólo en Venezuela sino en el mundo entero. Yo digo que la reconstrucción es la tarea y también es la narrativa. Las propuestas existen e incluso son convencionales, de cómo recuperar la estabilidad macroeconómica, de cómo se recupera el sector eléctrico, de cómo se recupera la salud, eso está, pero nosotros necesitamos apropiarnos de la narrativa transformadora y luego desarrollarla. Ese es el reto del liderazgo, entre otras cosas, porque su tarea fundamental es generar esperanza.

Leer mas: https://prodavinci.com/gerver-torres-la-reconstruccion-no-es-volver-a-montar-lo-que-teniamos-antes/

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