Republica del Zulia

Julio Portillo: Necesitamos entonces promover el regionalismo como protesta al excesivo centralismo en todos los órdenes. Tenemos que despertar la conciencia política de la provincia.

jueves, 18 de enero de 2018

Francisco y el olvido de Dios, por Fernando Mires

Un hombre rico habla con Jesús

18 Uno de los jefes le preguntó a Jesús: —Maestro bueno, ¿qué debo hacer para alcanzar la vida eterna?

19 Jesús le contestó: —¿Por qué me llamas bueno? Bueno solamente hay uno: Dios. 20 Ya sabes los mandamientos: “No cometas adulterio, no mates, no robes, no digas mentiras en perjuicio de nadie, y honra a tu padre y a tu madre.”

21 El hombre le dijo: —Todo eso lo he cumplido desde joven.

22 Al oír esto, Jesús le contestó: —Todavía te falta una cosa: vende todo lo que tienes y dáselo a los pobres. Así tendrás riqueza en el cielo. Luego ven y sígueme.

23 Pero cuando el hombre oyó esto, se puso muy triste, porque era muy rico.

Pasaje fundamental, el de Lucas, para entender la relación del Ser con Dios. Pero puede ser entendido de dos formas: la literal y la teológica.

De acuerdo a la forma literal, la más extendida, Jesús se pronunció en contra de la riqueza y a favor de la pobreza. Ergo: todos los ricos se van derecho al infierno. De más está decir, este diálogo entendido en su textualidad es uno de los preferidos por quienes ponen en primer lugar a la doctrina social de la Iglesia, dejando relegadas a un segundo término otras doctrinas, sobre todo las espirituales, las que no ponen en el centro al ser social sino al humano genérico, hijo de Dios y hermano de Jesús.

De acuerdo a una exégesis no literal, podemos entender, sin embargo, el mismo texto, de otro modo. “Vende todo lo que tienes y dáselo a los pobres”. Esa es la dura prueba a la que somete Jesús al rico (muy rico no debio haber sido pues entre los judíos de la región no había gente muy rica, tal vez alguien que tenía un par de ovejas más.) Visto así, la puesta a prueba del hombre rico fue una versión light de la dura prueba a la que Dios sometió a Abraham, la de si su fe era superior al sacrificio de su propio hijo. Dios, después que Abraham se decidió a favor de Dios y en contra de su hijo, lo liberó del dilema, pero a cambio de que degollara a un carnero en vez de a su hijo. ¿Hay en una riqueza más grande para un padre o una madre que la vida de su hijo? Al lado de esa riqueza, las del rico de Lucas son bagatelas.

Abraham pasó la prueba. El hombre rico del pueblo, no. En los dos casos lo importante es lo siguiente: Lo que querían probar, Dios con Abraham y Jesús con el hombre rico, era la dimensión de la fe en sus interlocutores.

Jesús quiso demostrar que para muchos hombres el amor a las cosas materiales es superior al amor a Dios. El tema entonces no es que el rico hubiera sido rico sino que hubiese puesto sus riquezas por sobre Dios. Eso significa: el amor a las cosas de este mundo tiene para muchos un valor superior a las cosas del cielo. Puede ser el dinero. Pero no es solo el dinero.

¿Estaría usted dispuesto a renunciar a sus bienes, a sus placeres, a sus deseos sexuales, a su profesión, en nombre del amor a Dios? La mayoría puede decir que sí, pero otra cosa es la realidad. Nuestro reino es de este mundo, estamos lejos de ser dioses, amamos la vida y vemos solo a veces la presencia de Dios sobre la tierra. Pero más no se nos puede pedir. Es la condición humana. Solo seres excepcionales -Jesús entre otros– logran alcanzar una comunicación tan grande con Dios como para llegar al punto de confundirse con Él en una sola persona. Los demás solo recordamos a Dios cada cierto tiempo, sobre todo cuando pensamos en Él. Pero nadie piensa en Dios en todo momento. La mayor parte de cada día nos pasamos ocupados con otros menesteres, olvidándonos de Dios (o del Espíritu, o del Ser). Hasta que algo o alguien nos recuerda otra vez su presencia.

Olvido de Dios. Ese es uno de los temas centrales de las “Confesiones” de San Agustín para quien Dios vive en un tiempo que precede y continúa después de todos los tiempos y que por lo mismo, en cuanto es tiempo, solo podemos acceder a ÉL si recordamos su tiempo: el tiempo de donde venimos y hacia donde vamos todos: el tiempo de la eternidad.

Dios, según Agustín, vive en todos los tiempos del ser. El tema fue tratado con profundidad en la vasta teología de Joseph Ratzinger y continuado por el Papa Francisco con claras palabras en el capítulo segundo de su primera encíclica “La Luz de la Fe” (2013) Un excelente texto. Sin embargo, hay un leve problema. El problema es que después de escribir ese texto, Francisco se olvidó de Agustín y Ratzinger

Francisco pecó de olvido cuando redujo la pluridimensionalidad del ser a su pura condición económica y social, siguiendo en ese punto a la ex teología de la liberación tan criticada por Benedicto XVl. O para ser más preciso: en ningún lugar de la Biblia se dice que el humano sea un “homo economicus”. Ningún cristiano es bueno porque es pobre y es malo porque es rico (o pudiente.) Lo dijo el propio Papa Francisco en su Encíclica “La Luz de la fe”: “La fe cristiana, en cuanto anuncia la verdad del amor total de Dios y abre a la fuerza de este amor, llega al centro más profundo de la experiencia del hombre, que viene a la luz gracias al amor, y está llamado a amar para permanecer en la luz … Cuando encontramos la luz plena del amor de Jesús, nos damos cuenta de que en cualquier amor nuestro hay ya un tenue reflejo de aquella luz y percibimos cuál es su meta última …“

Leer mas: http://talcualdigital.com/index.php/2018/01/17/francisco-y-el-olvido-de-dios-por-fernando-mires/

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