Alimentar la esperanza, Jesús Salom C. / Vicerrector Administrativo de LUZ

El pasado 8 de diciembre, la Universidad del Zulia realizó un acto solemne de graduación. En una de las tandas pautadas me correspondió dar el discurso de orden. En mi exposición resalté el significado de esos actos, la culminación de una primera etapa del largo camino que tiene por delante un profesional, pues debe regresar a los espacios universitarios a continuar el proceso de formación mediante los programas de posgrado y otros cursos complementarios; así como las diferentes vías que utiliza LUZ para reafirmar su vocación social y contribuir al desarrollo y progreso del país.

Es claro que una amplia participación estará supeditada a la reactivación de la economía y a la creación de las condiciones para la incorporación plena de sus egresados al aparato productivo, bien como profesionales al servicio de empresas e industrias o como emprendedores con sus propios negocios. En el ínterin, seguiremos viendo las indeseadas pero justificables migraciones profesionales masivas.

En LUZ, nos encargamos de otear el horizonte analizando y reflexionando sobre los problemas del mundo contemporáneo: la problemática del cambio climático (Venezuela es productor de la principal fuente de contaminación), el comercio internacional en la era de la globalización o el problema migratorio, para citar temas de palpitante actualidad; pero no podemos ni debemos dejar de lado las cuestiones inherentes a la crisis sistémica nacional que demanda respuestas específicas.

Exigencias que solo es posible abordar mediante proyectos de investigación que generen conocimiento o repliquen de manera crítica, resultados ya obtenidos en otras latitudes y adaptados a nuestra realidad nacional. En tal sentido, avanzamos en el estudio de la problemática agrícola y pecuaria en espacios universitarios que, valga la oportunidad para renovar nuestra denuncia, fueron tomados por asalto por motivaciones de carácter político antes que de redención social.

Somos conscientes que ese accionar es mediatizado por factores internos y externos. La insuficiencia de recursos presupuestarios (que utilizamos de la manera más eficiente posible); la burocrática estructura académico-administrativa; las dificultades de una visión cortoplacista y la ralentización del proceso de cambio interferido por las urgencias de la cotidianidad, aunado a la resistencia a salir de las zonas de confort para enfrentar los formidables desafíos de la actual coyuntura.

La amenaza permanente contra la integridad institucional tampoco frena nuestra aspiración de prestar el mejor servicio posible al país, a la ciencia y a la sociedad.

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