Republica del Zulia

Julio Portillo: Necesitamos entonces promover el regionalismo como protesta al excesivo centralismo en todos los órdenes. Tenemos que despertar la conciencia política de la provincia.

jueves, 23 de noviembre de 2017

Mirando alrededor, Hildegard Rondón de Sansó

El tema del presente artículo ha estado constantemente en mis pensamientos, pidiéndome que lo ponga por escrito, que lo haga palabras, lecturas. En fin, que le dé existencia propia.

Los días han pasado y la situación, no digamos de Venezuela, sino de los venezolanos, frente a nuestra crisis se ha hecho cada vez más radicalizada: los que no quieren ver que hay crisis, porque sus razones partidistas se lo impiden, y los que cuestionan absolutamente todo lo que recae sobre Venezuela, sin enseñarnos una salida que no sea su propia presencia en un futuro gobierno. Habría que hablar de un pequeño tercer grupo que, ojalá me equivoque y no sea tan pequeño, sino que cubra a todos los que son racionales, por una parte, y por otra, a quienes son profundamente amantes de nuestro trastocado país, casi siempre equivocado en sus más graves decisiones.

En una situación como la presente, estar en el tercer grupo es una posición peligrosa, porque atrae el odio de los dos anteriores.

Este momento particular es de un dramatismo que lleva a los límites de la tragedia. En efecto, ya el presidente Trump dictó medidas en contra de Venezuela y de los venezolanos; ya un país como Canadá, que debería, por su heterogeneidad lingüística y cultural, tener criterios sólidos y humanistas. También se apresuró a seguir las huellas trazadas por los Estados Unidos, y los miembros de la Unión Europea hicieron una declaración en contra de Venezuela, y de una vez enunciaron las sanciones que nos aplicarían.

Esta situación de absoluta irascibilidad por todos los lados me obliga a devolverme al pasado, a la Venezuela que aún no era tal, sino el puñado de seres humanos que ansiaban tener un territorio independiente, autónomo, capaz de asumir por sí solo las medidas necesarias para conformar un gobierno y la existencia de una nueva entidad política.

Tenemos que pensar que las siete provincias unidas que querían ser un Estado soberano no tenían la simpatía de nadie: por una parte, nuestro colonizador consideraba que se le estaba robando una porción territorial y humana que le pertenecía; por otra parte estaban los contrarios a España, cuyo apoyo estaba fundado tan solo en favorecer sus propios intereses y, finalmente, estaba el resto del mundo, poco informado, para el cual estaba presente solo una utopía de independencia, construida sobre la base de la filosofía y de la sociología del pensamiento del siglo XVIII.

Esta es la situación que estamos viviendo, y es difícil el pensamiento sereno y reposado en un momento como este, en que personas a las cuales respetábamos y queríamos, por su profundo patriotismo, elevan hacia la Unión Europea, que nos está castigando, felicitaciones por hacerlo. No podemos así apoyar a ningún grupo político que bendiga las medidas contra Venezuela; que se alegre de que hayan sido dictadas, o que apoyen al sancionador. Pienso que en tiempos de nuestra independencia, una actitud semejante habría dado lugar a un nuevo Decreto de Guerra a Muerte.

Pienso que un gobierno sabio que llegue al poder en algún momento de nuestra vida como Estado, para salvar la memoria de este momento tan duro y tan sucio, debería ordenar la quema de todos los documentos, de todas las pruebas, de todas las entrevistas, de todos los videos y todos los comentarios que el castigo que se le está dando a Venezuela ha producido, en una gran parte de sus propios hijos. Trataríamos de borrar, así, todo ese odio acumulado, sobre el cual no pueden construirse sino temores y errores que frenan la unidad que ha de tener un país para conservar sus valores esenciales, y tratar de reemplazar los que se extinguieron en forma irremediable.

quintodia.net/

2 comentarios:

  1. Como llamaríamos a esta forma de hacer justicia "mirar para otro lado" por que me conviene a mi.

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  2. Aseguró que existen 11 casos en los que "se robaron aproximadamente 25.000 millones de dólares" y que según cuentas de la ONG Transparencia Venezuela el país petrolero acumula al menos 26.000 casos de corrupción durante la llamada revolución bolivariana que se instauró en 1999.

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