Republica del Zulia

Julio Portillo: Necesitamos entonces promover el regionalismo como protesta al excesivo centralismo en todos los órdenes. Tenemos que despertar la conciencia política de la provincia.

jueves, 22 de junio de 2017

El sí o no de la guerra civil en Venezuela

Quienes refutan la probabilidad de una guerra civil en Venezuela alegan que el oficialismo tiene todas las armas en su poder. ¿Qué otros factores imposibilitan o propician una conflagración fratricida en ese país?

Aunque la situación política de Venezuela es escrutada con mayor exhaustividad desde finales de 2015, los diagnósticos que la prensa mundial hace de su crisis institucional siguen exhibiendo desbalances llamativos. Por un lado, el exceso de cautela que la sigue inhibiendo de afirmar que el de Nicolás Maduro se ha convertido en un régimen dictatorial, independientemente de que el chavista haya llegado al poder a través de los votos. Por otra parte, la recurrencia con que augura una inminente conflagración fratricida. Esa tendencia obliga a preguntar:

¿No es irrefutable, a estas alturas, que el sucesor de Hugo Chávez es un déspota? ¿Qué tendría que pasar realmente para que en Venezuela se desatara una guerra civil? ¿Y qué tiene que ver una cosa con la otra?

Hechos y palabras
Tomando como referencia la noción de “democracia mínima”, Javier Corrales, profesor de Ciencias Políticas en el Amherst College de Massachusetts, alega sin titubeos que la Revolución Bolivariana ha trocado en una dictadura. “En un país hay democracia cuando tienen lugar elecciones libres y justas, y todos los partidos políticos pueden participar en ellas sin cortapisas. Aun si nos remitimos a esa acepción de democracia –la más elemental de todas– cabe afirmar que ésta dejó de existir en Venezuela”, asegura el experto.

Víctor Mijares, profesor de Relaciones Internacionales en la Pontificia Universidad Javeriana de Bogotá, coincide con Corrales. “Llamemos al régimen de Maduro como queramos: tiranía, autocracia, autoritarismo competitivo, régimen burocrático-autoritario… Lo problemático es negar el hecho de que en Venezuela no hay una democracia, de que el sistema político imperante en ese país no respeta el Estado de derecho”, subraya el politólogo y alude al éxito con que el establishment chavista persuade a los periodistas de autocensurarse.

Dictadura y resistencia
“Me consta que corresponsales extranjeros edulcoran sus reportes para que no se les expulse del país. Al mismo tiempo, muchos consideran que su cobertura truncada del acontecer nacional es el precio a pagar porque Venezuela tenga una ventana hacia el mundo”, señala Mijares, dejando entrever el peso que las palabras pueden tener en la política. Esto trae a la memoria la suerte corrida por el Hermano Líder y Guía de la Revolución Libia, Muamar al Gadafi, cuando comenzó la Primavera Árabe en 2011.

Mandatarios europeos que llegaron al punto de fotografiarse con Gadafi en poses reverenciales terminaron tachándolo de sátrapa. De ahí en adelante, sus días estuvieron contados. ¿En qué forma cambiaría el forcejeo político en Venezuela si jefes de Estado y de Gobierno, secretarios generales de organismos internacionales y periodistas dejaran de referirse al “presidente Maduro” y comenzaran a llamarlo abiertamente “el tirano Nicolás”? ¿No recibiría la oposición antichavista, automáticamente, el rango de “resistencia” y el apoyo externo correspondiente?

Civismo y violencia sistemática
Agotados los esfuerzos para estabilizar la situación del país, ¿qué implicaciones tendrían ese rebautizo y la nueva narrativa? ¿No quedaría el terreno allanado para que Gobiernos puntuales, bloques de países, fabricantes o trafagadores enviaran armamento a Venezuela con miras a apertrechar a la revolución y a la contrarrevolución, como ocurrió en Angola y Nicaragua? Y, si eso sucediera, ¿qué facción del antichavismo se atrevería a prescindir de las bombas molotov artesanales para emprender la lucha con armas de mayor calibre?

“Ese escenario es posible. Hay muchos intereses en juego de cara a Venezuela por ser una nación petrolera. La influencia de Cuba, China, Rusia y Estados Unidos sobre el sistema político venezolano es innegable. En el Consejo de Seguridad de la ONU se discutió sobre la crisis venezolana porque a más de una potencia le conviene que su evolución favorezca a sus propias ambiciones”, dice Mijares. Corrales admite que el riesgo de una guerra civil es real, pero confía en que la oposición seguirá rechazando el uso sistemático de la violencia “para no caer en esa trampa”.

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