Republica del Zulia

Julio Portillo: Necesitamos entonces promover el regionalismo como protesta al excesivo centralismo en todos los órdenes. Tenemos que despertar la conciencia política de la provincia.

viernes, 26 de mayo de 2017

Una Constituyente innecesaria, Jorge Sánchez Meleán / Economista

Un pueblo o nación, entendida ésta como la unidad política de aquel, con capacidad de obrar, solo en momentos históricos muy especiales, apela a ese poder que se encuentra siempre latente en toda Constitución, al lado de los poderes clásicos: Legislativo, Ejecutivo y Judicial: el Poder Constituyente. Se acude a él, cuando se requiere cambiar la naturaleza de un tipo de Estado, que después de estar en vigencia durante mucho tiempo, ya es inadecuado para enfrentar nuevos objetivos de interés colectivo.

Ningún país serio se embarca en un proceso constituyente, porque una crisis política, económica y social ponga de manifiesto el fracaso de las políticas públicas de un Gobierno durante casi dos décadas, como es el caso de Venezuela. De ese fracaso no es culpable el modelo de Estado que tenemos sino la incapacidad de los gobernantes.  Sin ir muy lejos en nuestra historia, la Constitución de 1961 gozó de consenso generalizado, porque se requería dejar atrás definitivamente al Estado autocrático centralizado que teníamos desde 1901.  La Constitución de 1999, avanzó en tal sentido y aunque no es perfecta, se adecua a los retos básicos del siglo XXI. Fue aprobada en referéndum por el pueblo en diciembre de 1999 y ratificada por esa misma vía en 2007. Solo han transcurrido 18 años desde su aprobación y 10 desde su ratificación.

El gran reto del país, no es cambiar la Constitución de 1999, sino cumplirla, para rescatar la democracia, restablecer el orden constitucional y en general, al Estado de Derecho vulnerado. Por ello, en esta Venezuela convulsionada  por la ineficiencia  e incapacidad de un régimen en franca minoría, plantearse una Asamblea Constituyente, sin ningún apoyo popular, es algo innecesario e inconveniente. El 80 por ciento del país la rechaza. Es un irrespeto al pueblo venezolano, pues se le pretende despojar del poder Constituyente del que es el único depositario, para ponerlo al servicio de los intereses políticos de una minoría, que no se atreve a someterse al voto popular en ninguna instancia.

Apelar al poder constituyente de manera fraudulenta, dejando a la nación como un convidado de piedra, solo puede  tener como propósito la creación de un Estado antidemocrático y omnipotente de inspiración marxista-castrista, verdadero retroceso en nuestro devenir histórico. Y eso es simplemente, un episodio más en el golpe de Estado continuado que experimentamos en Venezuela, que este bravo pueblo no está dispuesto a aceptar. Por eso ya está en las calles.

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