El año 2016 fue uno de los peores en la historia de Venezuela. Nadie ganó y todos perdimos.
El país retrocedió en su ya menguada condición democrática cuando el gobierno de Nicolás Maduro impidió que el pueblo se expresara tanto en el referendo revocatorio como en las elecciones de gobernadores. La caída de la actividad económica fue muy grande, acompañada por la mayor inflación del planeta y una persistente escasez de productos esenciales para la vida diaria.
Si alguien abrigó la esperanza de que los últimos días del año permitieran reflexionar a los líderes del país, y que producto de esas reflexiones iniciaran el año tomando medidas o proponiendo alternativas que permitieran salir de la situación en que estamos, se equivocó de punta a punta.
La Mesa de la Unidad Democrática apenas se reúne el G4, sigue sin reglamento que establezca sus reglas del juego y sus principales dirigentes están más preocupados por sus muy hipotéticas candidaturas presidenciales que por darle una salida viable a la crisis nacional.
La decisión tomada por la Asamblea Nacional de declarar el abandono del cargo es totalmente ineficaz políticamente hablando. Decir, como lo afirmó María Corina Machado, que 30 días después de tomar esa decisión habrá elecciones presidenciales en Venezuela es una total irresponsabilidad. Esa decisión del Parlamento para lo único que puede servir es para generar mayor frustración entre los opositores de a pie.
Del lado del Gobierno hubo un remozamiento del gabinete con las mimas ideas o peores que las anteriores. El nuevo vicepresidente es uno de los más importantes representantes del sectarismo, la intolerancia y la incapacidad que tiene esta administración. Durante su anterior ejercicio como ministro y en su reciente pasantía por la gobernación de Aragua la delincuencia hizo fiesta.
En materia económica no se puede esperar nada nuevo ni bueno. Los mismos motores fundidos del año pasado que ni arrancaron. Los mismos controles que solo sirven para que algunos vivos hagan negocios. Mayor inflación y escasez, peor calidad de vida.
Del discurso de Julio Borges nos quedamos con su exigencia de rescatar el derecho al voto. La MUD debe hacer de esto su principal política y exigir, con toda la fuerza posible, la realización de elecciones regionales y municipales este año. Eso puede ayudar a ver una luz al final del túnel.
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