El 14 de febrero entonces, nació la democracia venezolana, en la calle, exigiendo respeto a los derechos humanos en general. Ese día también se puso de maní esto la forma preferida de expresar la soberanía y voluntad popular: la presencia en la calle que ningún régimen puede impedir.
Ochenta años después, el 1 de septiembre de 2016, nuevamente sin miedo alguno, el pueblo saldrá a las calles de Caracas. Ahora vendrá de toda Venezuela. Todos esperamos que los herederos de H. Chávez no respondan con violencia como los de J. V. Gómez, a la mayor manifestación jamás vista en Venezuela.
Ese día los venezolanos también se jugaran el todo por el todo en defensa de la democracia y la constitución. Ojalá la madurez de López Contreras sirva de ejemplo a quienes hoy desde Miraflores se niegan a oír el clamor de un pueblo ya desesperado. Ojalá un Programa de Septiembre sustituya al fracasado “Plan de la Patria”, por un verdadero Proyecto Nacional de consenso que saque al país de la mayor crisis de toda su historia. Y finalmente, ojalá que la presencia del pueblo en las calles haga ver con claridad al Poder Constituido, que no puede seguir ignorando a la mayoría del pueblo venezolano, depositario del Poder Constituyente Originario, impidiéndole arbitrariamente su derecho a la revocación del mandato al Presidente de la República.
El ejercicio de tal derecho abriría nuevos rumbos a un país en crisis humanitaria. El 1 de septiembre entonces, debe renacer la democracia venezolana al siglo XXI, en orden y en paz. Ojalá este régimen tenga como el gobierno de 1936 “calma y cordura”.
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