Grupo de personas haciendo cola para comprar papel higiénico y pañales en Caracas. CARLOS GARCIA RAWLINS -REUTERS |
Algo parecido pasa ahora con el "socialismo del siglo XXI", como los seguidores de la revolución bolivariana han gustado de describir el proceso vivido en Venezuela. En el país con las primeras reservas petrolíferas del mundo escasean hoy la electricidad y el papel higiénico tanto como los derechos humanos, la democracia y las libertades. Todos ellos, junto ante la igualdad ante la ley, son bienes igualmente escasos para los que la ciudadanía tiene que hacer cola desde primera hora de la mañana. Una vez más, la utopía socialista del paraíso en la tierra, la sociedad sin clases y la fraternidad sin límite ha acabado convertida en un gigantesco fracaso que se desliza hacia el caos y la confrontación civil. Pero la responsabilidad, una vez más, no es del modelo sino, como es habitual, de sus enemigos exteriores e interiores, a los que hay que reprimir. Sorprende que entre todos aquellos que tanto se implicaron allí y que hoy compiten por representar a la ciudadanía aquí no se deslice ni una sola reflexión, ni una sombra de duda, atisbo de aprendizaje o deseo de debatir honestamente sobre aquello. Si ese silencio y ausencia de debate es muestra de la conciencia de un fracaso, bienvenido sea. Algo es algo.
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