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| Cortesía El Universal |
"Juventud, divino tesoro, ya te vas para no volver". Esta es una de las frases más célebres de Rubén Darío, poeta, periodista y diplomático nicaragüense, iniciador y máximo representante del modernismo literario, que hoy retrata la realidad del joven venezolano, quienes no son ajenos a la crítica situación del país, preocupándoles la escasez y el alto costo de los productos, queriendo irse de Venezuela para nunca más volver, debido a lo cerrado de las ventanas de las oportunidades y lo limitado de echar andar el emprendimiento personal.
Justamente, en estos paisajes nublados, celebramos el Día de la Juventud en honor a la histórica lucha protagonizada por jóvenes estudiantes y seminaristas en 1814, comandados por el general José Félix Rivas contra el ejército realista en la Batalla de La Victoria. En la actualidad, la conquista es otra. La disyuntiva de los jóvenes está en querer emigrar, buscando espacios seguros para consolidar sus sueños. No todo el tiempo se tiene 20 años. De acuerdo con la Encuesta Nacional de Juventudes, elaborada por el Gobierno y la Encuesta Nacional sobre la Juventud, realizada por la UCAB, confirman esta apreciación: Siete de cada 10 jóvenes no están pensando en irse a vivir a otro país, pero que tres de cada 10 quieran hacerlo, es un contexto preocupante en una nación donde la migración no era una opción.
La mayoría de los jóvenes venezolanos, llegaron a este planeta cuando el término de revolución comenzó a apoderarse del vocabulario nacional, casi todos, hasta hace dos años, no había conocido a otro Presidente que no fuera Hugo Chávez, la mayoría habita un país con esquemas atrasados, cuando internacionalmente el mundo avanza a ritmos rápidos en materia de innovación tecnológica, científica, productividad y competitividad, generando una gran apatía y desinterés por permanecer en esta patria de nadie.
En Venezuela no existen planes enérgicos para atender a la juventud de forma integral, desestimando el problema principal de 700 mil jóvenes sin estudiar ni trabajar ni siquiera formando parte de la economía informal, son los jóvenes de la revolución bolivariana, carentes de crecimiento económico sostenido, flexibilidad en los mercados, ausencia de programas sociales que atiendan la maternidad o paternidad temprana y la violencia, evidenciando que el socialismo del siglo XXI no sabe qué hacer con sus jóvenes que no encuentran motivación a sus múltiples inquietudes, encontrándose en la calle, vulnerables a caer en la delincuencia y en el bachaqueo. Cualquiera se quiere ir y con el divino tesoro de la juventud, bien lejos chamo.
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