Los griegos hablaron fuerte y claro, dando una ventaja de 22 puntos al "No". Lo hicieron creyendo en la promesa de Alexis Tsipras de que a partir de hoy lograría negociar en 48 horas un mejor acuerdo con la Unión Europea para un tercer rescate. Puede que ese haya sido el mandato, pero el voto griego fue interpretado en el resto de Europa como un rechazo al poder de Bruselas (y Berlín) sobre las decisiones soberanas de los países miembros y, por lo tanto, un golpe al futuro de la UE y su proyecto de mayor integración.
"La UE se basa en solidaridad , pero también compromisos", repitió la semana pasada la Canciller alemana, Angela Merkel, para recordarle al gobierno de Tsipras que no debe esperar un rescate sin duras condiciones que cumplir. En la misma línea, uno tras otro los principales líderes europeos advirtieron que un rechazo a las reformas implicaría tácitamente una salida de Grecia de la Eurozona. Pero si bien las probabilidades de un "Grexit" han aumentado (Oxford Economics da un 70%), los líderes europeos no deben tener prisa en separarse del país heleno. Por el contrario, una salida de Grecia del euro no solo significaría que políticos como Merkel, o François Hollande (principales financistas) deban responder ante sus electorados por las pérdidas que genere un recorte de deuda planteado por una Grecia post euro, también abre la posibilidad de que otros países con altas deudas públicas opten por separarse del proyecto de integración, especialmente si tras uno o dos años en crisis, el gobierno griego logra repuntar la economía.
En Francia, la líder de derecha Marie Le Pen, cuyo partido, Frente Nacional, se ha convertido en el segundo en el país, ya ha anunciado que de ganar las elecciones generales de 2017 convocaría a un referendo en seis meses, para recuperar la soberanía del país y sacarlo de la Eurozona. Desde el otro extremo ideológico, es la misma plataforma que Podemos promueve en España. De hecho, fue el único partido español que apoyó e hizo campaña por el "No" griego. Desde Inglaterra, UKIP festejó el voto griego "contra el proyecto de la UE" y llamó a los ingleses a seguir su ejemplo cuando se concrete el referendo prometido por el Primer Ministro, David Cameron.
Todos estos discursos pueden ganar aún más terreno, si el denominado Grexit logra interrumpir la recuperación económica de la región, impidiendo reducir las altas tasas de desempleo, especialmente juvenil.
Mantener a Grecia dentro de la Eurozona es clave para sostener la credibilidad del proyecto de mayor integración de la UE, precisamente en momentos en que Inglaterra presiona por reformar las bases del bloque regional. También es clave en la solución a uno de los mayores problemas que enfrenta la región: la ola migratoria desde Siria y Medio Oriente. Grecia es el principal puerto de entrada a Europa de los refugiados de esa región. Solo en lo que va del año, el país ha recibido a 63.000 desplazados, un aumento de 150% respecto del año pasado. En marzo, el ministro de Defensa griego amenazó con abrir las fronteras del país a los migrantes, "así sean miembros de Estado Islámico", y ayudarlos a ingresar a la Unión Europea, si es que su país no recibía ayuda financiera.
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