Republica del Zulia

Julio Portillo: Necesitamos entonces promover el regionalismo como protesta al excesivo centralismo en todos los órdenes. Tenemos que despertar la conciencia política de la provincia.

sábado, 1 de noviembre de 2014

¿Qué es la calle?

Muchos líderes, más para agradar a sus seguidores que por convicción, llaman a ir a la calle. Llamamiento casi siempre retórico porque se formula a un destinatario abstracto, no define el fin ni aclara que es lo que debe suceder que se tomen las islas de las avenidas.

Para algunos, invocar la calle es pensar en los levantamientos árabes o en las acampadas de los indignados. Se imaginan dentro de una epopeya heroica y multitudinaria, pero ignoran los largos meses de pequeñas acciones que son necesarias para formar conciencia y voluntad de cambio.

La calle no es fácilmente la marea humana que parte la historia en dos. En esas ocasiones, las grandes movilizaciones populares adquieren una dinámica política y una convocatoria que desborda la acción de las vanguardias más comprometidas. Pero sin la labor de preparación llevada a cabo por ellas, sin el empeño para tejer un vasto entramado organizativo, sin la solidez y la amplitud que proporcionan las alianzas, es probable que la mecha hubiera seguido mojada.

La calle son las grandes manifestaciones, pero también los pequeños auditorios, la visita casa por casa, las asambleas de ciudadanos, la relación con las asociaciones civiles, el acompañamiento de las protestas, la difusión de las propuestas y hasta la conversación con los vecinos.

La calle es la gente. Sus alegrías, sus fiestas, sus padecimientos, su trabajo, sus responsabilidades, sus esfuerzos para defenderse de la crisis, sus intereses, sus problemas concretos y sobre todo sus esperanzas.

Movilizar la calle y elevar la visibilidad pública de las protestas es un medio, si se hace bien, para acumular fuerzas, para realizar un gesto de resistencia, para romper la indiferencia o el acostumbramiento, para generar identidad y difundir para qué se desea otro país. Pero hace falta más que calle para construir condiciones para un cambio de régimen.

Por eso sería pertinente que nos preguntemos acerca de qué es lo que necesita la oposición hoy. La respuesta no es tomar las calles hasta que uno de los contrincantes se hunda. No lo es por incompleta, por inviable y por pérdida del sentido de orientación en los escenarios emergentes.

Entre las tendencias que comienzan a configurar el inicio de un nuevo ciclo político están: 1. Existe una confluencia de fuerzas de distinta proveniencia que pueden conformar una mayoría plural en torno a un proyecto de justicia, libertad y bienestar social, 2. La generalización del descontento es la materia prima de un nuevo consenso de país, falta por definir sus reglas y sus objetivos, 3. La gran unidad es la única forma de generar gobernabilidad con estabilidad y políticas dirigidas a producir avances progresistas en el orden institucional, en la reconstrucción de la economía y en la convivencia de los venezolanos, 4. Crece la certeza de que las políticas del actual gobierno son el corazón de la crisis y que su prolongación ahondará una mayor destrucción del país, 5. Están surgiendo sectores, desde el seno del oficialismo, que sin renunciar a su identidad exigen un cambio de rumbo, 6. Las fuerzas de cambio tienen abierta una fuente de crecimiento para consolidarse en base a una estrategia pacífica, de lucha electoral y social, por la vigencia plena de la Constitución Nacional.

Desde esta perspectiva hay que abordar un debate sobre el futuro que ayude a acometer mejor las tareas del presente. Hay mucha gente, dentro de la MUD y más allá de ella, dispuesta a una reflexión fuera de los paradigmas de la vieja política.

Ir a la calle es tender la mano hacia la gente que está siendo triturada por la gestión de este gobierno y hacerlo, como en la pelota y en la política mayor, no para competir sino para convencer y ganar.

@garciasim

http://www.notitarde.com/

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