Brasil y los socios del Mercosur se presentan más rígidos, menos competitivos, más dependiente del intervencionismo gubernamental
Diversos organismos internacionales (Banco Mundial, FMI, CEPAL) están alertando sobre la reducción del crecimiento a escala mundial, en particular en China, y sus implicaciones en nuestra región. Brasil ha entrado en recesión, países responsables como Perú y Chile están rebajando sus proyecciones económicas.
Este sombrío panorama se acompaña con el alerta que ha presentado el PNUD, sobre un posible incremento de la pobreza en la región, lo que puede exacerbar el malestar social y político, que se hace evidente en el actual proceso electoral de Brasil. En nuestro país, no obstante las terribles consecuencias del modelo, la soberbia bolivariana no permite cambios.
China está reduciendo su tasa de crecimiento y sus importaciones; la eurozona muy debilitada y el caso de Ucrania agrava las perspectivas; los precios de varias materias primas están en picada y, nuestra región, atada fatalmente al modelo primario exportador, ve reducir sus ingresos.
En este contexto, Chile pareciera el país mejor preparado, ha sabido administrar la abundancia; ha avanzado en reformas de competitividad, que incluyen un mayor valor agregado en sus exportaciones. Algo muy importante, luego de muchas penurias, está propiciando una mentalidad más flexible para adaptarse y aprovechar los cambios en la economía mundial.
Brasil y los socios del Mercosur se presentan más rígidos, menos competitivos, más dependiente del intervencionismo gubernamental, con serias debilidades estructurales y menos creativos. Los miembros más radicales están anclados en el pasado, con un falso discurso de igualitarismo que encubre una práctica donde se destruye a los que logran prosperar y se promueve el empobrecimiento del conjunto social, para poder controlarlo y perpetuarse en el poder; pero, sin afectar los privilegios de la elite gobernante que lideriza el doble discurso y manipula la sociedad.
La práctica del subsidio a la pobreza, utilizada exitosamente por varios países de la región, se está agotando por escasos recursos, ineficiencia y corrupción. Se ha reducido la pobreza, pero como destaca el PNUD, muchos han quedado vulnerables; ahora se requiere de empleos, seguridad social, servicios públicos. Para crecer la clase media es necesario un cambio en las políticas públicas, con mayor apertura, atracción de inversiones, promoción de la iniciativa privada y eficiencia.
Políticamente la región evidencia que los gobiernos de centro, que estimulan libertad y no libertinaje ni opresión, están prosperando. En Brasil observamos un debate electoral de posturas de centro; empero, Marina Silva es una caja de sorpresas, pudiera inclinarse por el falso discurso, que repiten sin reflexión los radicales, perpetuando la pobreza.
El caso venezolano representa otra lección del espejismo revolucionario, se ha destruido el país, pero el fanatismo se resiste a reconocer la crisis creando chivos expiatorios y rechaza la posibilidad del cambio.
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