En Venezuela deben existir alrededor de 36 ó 37 bancos, en realidad no se sabe a ciencia cierta cuantos son, incluso la Superintendencia de Bancos que debe supervisarlos, tampoco tiene esa certeza. Y es que en este laberinto de inconsistencias, falta de visión y hasta "rebatiña" de estas instituciones, nadie en su sano juicio puede entender, como de la nada o de cualquier idea descabellada, salga una institución financiera, con todo lo que ello implica. Se estima que la banca privada integra unas 24 organizaciones, y los públicos deben andar por doce o trece. Estos últimos que es el tema central de este artículo, se pueden presentar así: Venezuela, Tesoro, Industrial, Bicentenario, Agrícola, Bandes, Bancoex, Vivienda, del Pueblo, de la Mujer, y últimamente de las FANB. Aparte de ello, existen dos más que son la Arrendadora Financiera (ANFICO) y el Instituto Municipal de Crédito Popular. Hará unos cinco días, el 18 de julio pasado, el Primer Mandatario acogió como extraordinaria la idea al voleo de crear un banco comunal, por vía Habilitante, para congraciarse con el sector de las comunas, además de incluirlos como beneficiarios de los dólares preferenciales. Ya antes, en el mes de mayo había anunciado la conformación del banco popular y obrero de Venezuela. Ante ello, debe decirse que lo que faltaría para completar el cuadro o sistema revolucionario de las finanzas públicas (ya le buscarán otro nombre rimbombante), sería el banco de los colectivos y con ello se agruparía a todos los sectores del "pueblo". La semana pasada se evidenció en un informe, que la banca pública está en terapia intensiva, va de mal en peor, pero eso no importa, es bueno que aparezcan otros entes bancarios, más burocracia, más recursos nada productivos y total, el petróleo da para eso y claro hay patria. El documento referido precisa que por ejemplo el BCV debió vender títulos de sus reservas netas por un total de Bs. 26.281 millones para su equilibrio, al Banco Industrial le retiraron Bs. 3.274 millones en fondos públicos y lo pusieron a temblar.
El Banco Agrícola ya ni siquiera sabe lo que es dar créditos, que el recientemente creado Banco de FANB deja sus reales en disponibilidades, porque no sabe cómo sacarles rendimiento, que Bancoex prefiere seguir colocando para obtener pocas ganancias sin exponer, y que Bicentenario y Tesoro reportan balances poco creíbles. Aparte de ello, las autoridades financieras deberían meterle la lupa al Instituto Municipal de Crédito Popular, el cual pierde mensualmente 3.02 % de las captaciones del público y su cartera de crédito pierde el 0,87% cada mes. Su colapso es inminente. Y mira que se han establecido instancias para regular las actividades de estas dependencias oficiales, como la desaparecida Corporación de Banca Pública que data del 2009, el Ministerio para la Banca Pública y la propia SUDEBAN y todo ese invento fue errado, parafraseando a Simón Rodríguez... ensayo y error... y así se pierde tiempo y dinero.
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| MIGUEL LÓPEZ TROCELT
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