Siempre he pensado que con este primer Presidente de la era chavista de los últimos días, la mayoría de los venezolanos a pesar de las dudas dejada por los reclamos electorales, terminaríamos digiriéndolo, al igual como a esos funcionarios eternos masca chicles, de la administración pública; pero cuando deja ese papel y pretende asumir el de la mala copia del Fidel que lleva por dentro, para lanzar improperios a sus conciudadanos radicados en Miami, de inmediato pienso que en cualquier momento, la caída en sus encuestas será tan aparatosa, como el platanazo sufrido este fin de semana en una calle caraqueña.
En una oportunidad la escritora socialista y norteamericana, Helen Keller, señaló que para ejercer la tolerancia se necesitaba el mismo esfuerzo del cerebro, que el requerido para mantener el equilibrio sobre una bicicleta. Quizás nuestro sesudo presidente haya pasado por alto esta relación entre el manubrio y las ideas; porque sólo a él, pudo habérsele ocurrido de forma simultanea, darse semejante matada, demostrar incapacidad para las lides de la estabilización y por no dejar ser intolerante para quienes, casi obligado, viven en tierras de la poeta comunista.
Este personaje calco y copia de Juan Peña, aquel prohombre del cuento de Pedro Emilio Coll, se ha encargado de atapuzarnos el disparatado legado, de quien en vida se encargó de perseguir, expropiar y segregar la industria del país, llevándola de las 14 mil empresas existente para el año 1998, a la dramática cifra de apenas unos 8.000 planteles industriales, abatido por la escases de insumos y las restricciones monetarias. Todo esto con la terrible consecuencia de haber pasado de los 840 mil empleos existentes a los 500 mil activos de hoy.
Solté el volante y nos estrellamos, pero así como nos estrellamos nos levantamos, muertos de la risa. Ha dicho muy forondo quien venia payaseando por la Avenida Lecuna, sin percatarse que mientras él se sacudía el coñazo; a la lista de los 47 muertos del fin de semana capitalino, en San Agustín asesinaban de varios disparos, a un comerciante para robarle siete mil bolívares, ganados jugando caballos; y por no dejar, a esa misma hora en Palo Verde, a otro joven de apenas 27 años, unos sujetos lo emboscaron saliendo de su casa y le dispararon para robarle un reloj y un celular.
¡Cero tolerancias a la apátrida oposición! ha solicitado nuestro primer funcionario del país; una vez que la mayoría de los venezolanos, han llegado a la conclusión de haber adquirido, aquel dudoso 14 de abril, un Mandatario parecido al Mr. Chance, de la novela de Jerzy kosinski, confundido en su enredado lenguaje, su incapacidad para gobernar; y de paso todo el tiempo asustado, de tanto pensar en la posibilidad cierta, de que los resultados del 8 de diciembre, le provocaran una caída tan estrepitosa, como la revolcada sufrida con su millonaria bicicleta Trek Bike, made in USA.
En una oportunidad la escritora socialista y norteamericana, Helen Keller, señaló que para ejercer la tolerancia se necesitaba el mismo esfuerzo del cerebro, que el requerido para mantener el equilibrio sobre una bicicleta. Quizás nuestro sesudo presidente haya pasado por alto esta relación entre el manubrio y las ideas; porque sólo a él, pudo habérsele ocurrido de forma simultanea, darse semejante matada, demostrar incapacidad para las lides de la estabilización y por no dejar ser intolerante para quienes, casi obligado, viven en tierras de la poeta comunista.
Este personaje calco y copia de Juan Peña, aquel prohombre del cuento de Pedro Emilio Coll, se ha encargado de atapuzarnos el disparatado legado, de quien en vida se encargó de perseguir, expropiar y segregar la industria del país, llevándola de las 14 mil empresas existente para el año 1998, a la dramática cifra de apenas unos 8.000 planteles industriales, abatido por la escases de insumos y las restricciones monetarias. Todo esto con la terrible consecuencia de haber pasado de los 840 mil empleos existentes a los 500 mil activos de hoy.
Solté el volante y nos estrellamos, pero así como nos estrellamos nos levantamos, muertos de la risa. Ha dicho muy forondo quien venia payaseando por la Avenida Lecuna, sin percatarse que mientras él se sacudía el coñazo; a la lista de los 47 muertos del fin de semana capitalino, en San Agustín asesinaban de varios disparos, a un comerciante para robarle siete mil bolívares, ganados jugando caballos; y por no dejar, a esa misma hora en Palo Verde, a otro joven de apenas 27 años, unos sujetos lo emboscaron saliendo de su casa y le dispararon para robarle un reloj y un celular.
¡Cero tolerancias a la apátrida oposición! ha solicitado nuestro primer funcionario del país; una vez que la mayoría de los venezolanos, han llegado a la conclusión de haber adquirido, aquel dudoso 14 de abril, un Mandatario parecido al Mr. Chance, de la novela de Jerzy kosinski, confundido en su enredado lenguaje, su incapacidad para gobernar; y de paso todo el tiempo asustado, de tanto pensar en la posibilidad cierta, de que los resultados del 8 de diciembre, le provocaran una caída tan estrepitosa, como la revolcada sufrida con su millonaria bicicleta Trek Bike, made in USA.
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