Ese agujero negro de los principios básicos del derecho electoral, está pasando a la historia como uno de los mecanismos de dominio no democrático del Estado contra la sociedad. Se dispone a engullirse una auditoría esquivando el máximo interés de contrastar su contabilidad con la voluntad de los electores.
Afortunadamente el Comando Simón Bolivar conformó un equipo de primera para realizar una auditoría integral.
La acertada incorporación de Esdata añade una visión diferente y muestra que Capriles es un armador que se ocupa en sumar. Es un equipo que sólo parará su trabajo cuando tenga suficientes evidencias para fundamentar una verdad o cuando el miedo a ella obligue al CNE a vociferar un "de aquí no me pasan". Es decir, que le acuñen una patada a su compromiso.
Y es que la auditoría, si llega a demostrar que está afectada una cantidad de electores mayor a la diferencia adjudicada al primero por el boletín final del CNE, podría concluir en una repetición parcial de la elección. Esta vez sin el catálogo de vicios, condicionamientos y ventajismos usados por el Estado para evitar el derecho al libre ejercicio del voto y lacompetencia equitativa entre los dos candidatos. En tales condiciones y con la lupa del mundo sobre los árbitros, no hay duda de que Capriles resultaría Presidente.
Pero el escenario tiene bajas condiciones de probabilidad porque el apego de los enchufaos a la ley es voltario einteresado. Más bien, después de haber anunciado una disposición a la transparencia, vuelven a soltar sus demonios en unos detalles que sólo conduzcan a repetir lo que ellos proclamaron.
Frente a ese tipo de maniobras ratificatorias, las fuerzas alternativas y Capriles no deberían dejarse conducir a un punto muerto que los someta al desgaste y al progresivo aislamiento. El desconocimiento de sus exigencias ratificaría que estamos frente a un proyecto con vocación totalitaria cuyo desplazamiento sólo será posible logrando una mayoría tan abrumadora que pueda arrasar la institucionalización del fraude electoral.
La vulneración constitucional que está llevando a cabo Maduro no será la continuación triunfante de los catorce años anteriores sino el agravamiento de una declinación marcada por la contradicción entre la necesidad de progreso del país y el obstáculo de un poder cuestionable en sus orígenes y en su desempeño. La indeseable imposición de la fuerza del Estado frente a la razón democrática, va a acelerar el proceso de resquebrajamiento que está experimentando la base de sustentación del oficialismo.
La implosión del modelo económico que la influencia cubana nos ha impuesto acabará con este espejismo ideológico más cercano al fascismo que al socialismo.
En el mientras tanto, la nueva mayoría en crecimiento y el liderazgo alternativo deben resolver la tentación violentista y demostrar por qué son la alternativa óptima de futuro. Capriles continuará sus memorables proezas hasta que, paso a paso, logre derrumbar al Estado Goliat.
@garciasim
Tal Cual digital
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