El ardor del estomago vence el sueño, a hurtadillas trato de abrir la puerta del baño con el menor ruido posible para no cortar el ronquido profundo de mi compañera de la vida, vacio el liquido acumulado en la vejiga mientras trato de contener el ácido del estomago, salgo del cuarto y después de volver a su lugar las sillas que cerraba la puerta y abrir la principal, enciendo la luz mientras acomodo la silla para sentarme frente a la computadora, otro día mas o menos, depende de los acontecimientos ¿sobre que escribir? me pregunto, tantos temas, tantos ayer, tanto mañana, en cada uno de ellos los tiempos, pasado, presente, futuro, como poner de lado este ardor que se convierte en agudo, que comienza en el estomago y estalla en el cerebro, centro que recoge y ordena la vida, haciendo el menor esfuerzo posible, dejo que la mente sirva de guía, hace una parada en el árbol que lleva años pensando recorrer, el origen y recorrido de la vida, también llamado genealógico, líneas horizontales y verticales presentes, comenzando por los ascendientes padres y abuelos hasta llegar a los tatarabuelos de allí hacia arriba en el tiempo resulta difícil recordar, es necesario buscar otras fuentes, los descendientes fácil de subir al árbol, hijos y nietos, imposible los bisnietos perdidos en el futuro invisible, cada una de las hojas del árbol representan una vida, un pensar, un luchar, un vivir, un triunfar, un fracasar, un amar, un odiar, un soñar, recorrerlo todo imposible, máximo cuando el futuro se hace corto, el sol se hace presente, sus rayos despiertan el todo, el ruido del hoy cierra el tiempo para volver a repetir por décadas la rutina.
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