Republica del Zulia

Julio Portillo: Necesitamos entonces promover el regionalismo como protesta al excesivo centralismo en todos los órdenes. Tenemos que despertar la conciencia política de la provincia.

martes, 1 de noviembre de 2011

¿Se acabó el helado en Miraflores? / Daniel Gil Machado

Corrían los primeros días de diciembre de 2010 (sí, ya vamos para un año) cuando Chávez, en un arrebato de populismo más, salió en cadena nacional con un pocotón de damnificados por las lluvias de aquel entonces, desde el mismísimo Miraflores, diciendo cosas como "acá tendrán todo lo que necesitan"; "haremos un barrio acá en Miraflores"; "si tengo que desalojar el despacho mío para albergar a alguien lo haré", mientras ordenaba, ahora con pose de estadista, que trajeran helados para los niños. Se trataba, para ser más precisos, de 26 familias venezolanas que, afectadas por las lluvias, iban a tener refugio, gracias a Chávez, en Miraflores. 

N i desalojó el despacho ni habló más de sus nuevos compañeros de habitación. No sé qué habrá pasado con esas 26 familias y con sus niños come-helados, aunque no es muy difícil suponer que su suerte no fue mejor que aquella que tuvieron y tienen miles de familias que, aún hoy, esperan por soluciones que vayan más allá de "depositarlos" en refugios que nada tienen que ver con la dignidad que tanto pregonan desde las altas esferas chavistas. 

Hablando de dignidad precisamente, en aquellos tiempos, en enero de 2011 (cuando todavía estaba "calientico" el tema de los damnificados), en un acto de cinismo y cursilería estratosférico, el gobierno decretó la "Ley Especial de Refugios Dignos". Dicho documento "dignificador" de espacios deja a la cadena de los helados como una simple anécdota. En él se dicen muchas y variadas cosas, desde que está prohibido fumar en los refugios (art. 34), pasando por cómo deben organizarse los refugiados (Capítulo III); y la obviedad de que el Ministerio de Educación se encargará de educar a los refugiados (art. 27), el de Alimentación de alimentarlos (art. 24), el de salud de la salud (art. 25) y así sucesivamente. 

¡ Qué afición por la redacción de leyes la nuestra! Lo que pudiera ser una minuta de trabajo, un pliego de acuerdos, unas prescripciones de convivencia, acá, en Venezuela, y más con este gobierno, se convierte en ley. Pero lo peor no es eso. Lo peor viene después: 1) el escándalo/euforia que acompaña a cada promulgación/sanción (es la etapa en donde creemos que, de verdad, la ley nos solucionará el o los problemas) y, luego de su sanción; 2) la afinidad que tenemos por desacatarlas. 

Allí está la Ley Especial de Refugios Dignos, con su rimbombante nombre, durmiendo el sueño de los justos; allí están, también, los damnificados con su dolor a cuestas, trancando calles, denunciando los vejámenes que atraviesan. 

Viene diciembre otra vez. Época del año donde en los últimos tiempos se han dado fuertes precipitaciones en el territorio nacional. Pidamos no que sean previsivos y compren helado en Miraflores; tampoco pidamos que cumplan la ley-minuta. Pidamos, mejor, que no llueva. 

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