Es difícil explicar el cruce de sentimientos que provoca en el alma colectiva la gaita, canto popular. La gaita es alegría y devoción cuando da testimonio de su fe, pero también es reclamo saturado de ironías
Es difícil explicar el cruce de sentimientos que provoca en el alma colectiva la gaita, canto popular. La gaita es alegría y devoción cuando da testimonio de su fe, pero también es reclamo saturado de ironías, ajuste anual de cuentas con el gobernante que promete y no cumple, con el que defrauda las expectativas populares.
La gaita es alegría y devoción, reclamo y reafirmación del carácter regional. Viene a través de los tiempos, de muchos años atrás, de espacios y circunstancias, que forman su inspiración. Arrastra en su transcurrir anécdotas y episodios de nuestra vida social. La gaita es pregón que rima de noticias recogidas en las lecturas de la vida.
La gaita le pertenece al Zulia tanto como el Zulia a la gaita. Ninguna otra región del país tiene con ella esa conexión plena y definitiva. La gaita se oye y se canta en toda Venezuela, pero estoy seguro de que nadie la siente en su corazón como la siente el zuliano, porque para él es recuerdo vivo de su historia, colectiva e individual, de su entorno geográfico, social y cultural.
El gaitero descarga en la gaita la alegría reprimida durante el año por un excesivo criticismo a que lo someten aquellos que nada positivo parecen encontrar en la vida. Con la gaita el humor estalla como un relámpago, breve, inesperado y sarcástico, casi siempre referido a circunstancias locales. Por eso la gaita es como lluvia en el desierto. Es como brisa lacustre que refresca los ánimos colectivos.
La gaita es también canto de esperanza. En ella se recicla la convicción de que la mayor riqueza regional son los zulianos. El orgullo regional repunta en el verso que canta la generosidad de la tierra y sus entrañas, la gracia y la creatividad de sus gentes, la capacidad del ser humano para empinarse por encima de las dificultades y superarlas. La seguridad de que, por muy malo que sea el presente, el zuliano sabe que en su fuerza espiritual está la grandeza del futuro.
De nuevo vibra la gaita en el espacio zuliano, como himno y bandera detrás de la cual marcha el pueblo, dando testimonio de grandeza espiritual.
Se aproxima el final del año y la gaita convoca de nuevo a los zulianos en una actividad solidaria, en un sentimiento.
Ella para el pueblo zuliano, y en especial para los gaiteros, es la señora de la fiesta popular.
Fuente: la Verdad.com / Fernando Chumaceiro - Exalcalde de Maracaibo