Podría añadir a Amazonas y a varias alcaldías. En nuestro remoto sur se juega este 5 de diciembre, por decir algo, el derecho a la disidencia que allí emblematizan Liborio Guarulla y PPT frente al propósito hegemónico del partido único (los senderos del Señor son inescrutables, no se llega por un solo camino a la oposición y la democracia). Pero me parece que el Zulia y Maracaibo en particular enseñan al país y al mundo el rostro de la Venezuela libertaria que somos, la que no se deja constreñir por la bota del proyecto totalitario. Pienso en las barricadas de las rebeliones civiles, ésas contadas con espectacular veracidad por Víctor Hugo en Los Miserables.
Han sido ya doce largos años durante los cuales los "maracuchos" (como en el resto de Venezuela llamamos cariñosamente a todos los zulianos) se han mantenido firmes, impertérritos, resistiendo los embates de un gobierno convertido en Estado, de un Estado convertido en partido, de un partido encarnado en la figura de un Jefe Único, que han procurado sin éxito, echando mano sin escrúpulos de todos los recursos a su disposición, vencer esa resistencia. Echando mano de todos los recursos: no sólo presupuestarios sino judiciales y represivos contra sus líderes. Desde el Lago responden con el grito de guerra de los republicanos de Madrid frente a las hordas fascistas (usurpado por los fasciocomunistas de hoy): "¡No pasarán!". Y a diferencia de la España de los ’30, no han pasado.
Siento que es la estirpe lo que reluce: la misma de Urdaneta, la de Valmore Rodríguez, la del inolvidable Luis Hómez. Ese regionalismo que hace del Zulia casi una nación no sólo por su tamaño sino por sus especificidades sociales y culturales (que, valga la crítica, puede por momentos ser un complejo componente de nuevos proyectos políticos necesariamente nacionales). Estirpe regional que con derecho y eficacia enfrenta al propósito centralista, estatista, comunistoide. Lo enfrenta y lo ha vencido por casi tres lustros una y otra vez.
Gústeles o no a las minorías del poder, allí, en esa tierra del sol amada, un nombre expresa y encarna ese levantisco gentilicio: Manuel Rosales. Forjado al calor de su pueblo, siendo a cabalidad como es su pueblo, en su liderazgo se expresan los sentimientos democráticos del Zulia. Liderazgo que, con asertivo sentido colectivo, supo transferir al actual gobernador del estado, Pablo Pérez.
Este 5D los "maracuchos" tienen otra tarea que cumplir: sostener esa barricada civil que ha sido y seguirá siendo Maracaibo. Al lado de Rosales y de Pérez, ahora la figura de Eveling Trejo despierta y encauza la misma resolución democrática de todos estos años. En cada voto democrático de Maracaibo no es sólo el Zulia que se manifiesta sino la Venezuela toda que mira al porvenir con esperanza.
Nunca antes tuvo más sentido ni fue más pertinente ni más honradamente encarnada la consigna ya casi centenaria: ¡No pasarán!
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