El sonido romántico de los violines que acompañaban aquel bolero “mujer, si puedes tu con dios hablar…" hicieron que las miradas se tropezaran por segundos. Los grandes ojos que brillaban en la noche protegidos por el negro de las cejas y la cabellera abundante, fue suficiente para terminar aquella carrera de trasnochador que llevaba desde el día que se bajo del avión y comenzó a disfrutar de la bonanza petrolera. El brillo del vestido azul, se cruzaba con el de las luces de aquella sala donde unos recién casados bailaban su primera fiesta. Al tropezarla de manera intencional, pregunto -señorita baila- y recibió por respuesta -no gracias, no se bailar- así, comenzó el romance entre aquella colegiala que comenzaba la adolescencia y el joven transformado en hombre desde hacia mucho tiempo. Dos décadas después, ella convertida en mujer y el buscando llenar su vida, decidieron –mañana nos casamos– y a si lo hicieron. Pasaron nueve años, amor, risas, paseos, viajes, bonanzas y escasez, hasta que llego el hijo buscado, que años, después formo familia.
Ahora que vuelven a estar solos, con un lugar donde vivir, disfrutan en pareja la cosas pequeñas que también son la vida, como el paseo por los parques contemplar el arte y la cultura, visitar familiares y amigos olvidados reír y cantar con los nietos, sentarse juntos a observar el cine, la televisión , la radio , mirar las fotos del pasado, escuchar aquella música que los hacia bailar y sonreír, caminar tomados de la mano, sentarse en la misma mesa a tomar el café o la comida , arreglar la biblioteca convertida en deposito cuidarse ,huirle a la soledad ,estar mas junto que nunca hasta que la muerte separe a uno y vuelva al poco tiempo por el otro. Asi debe ser la vida y vejez de la pareja para sentir, que valio la pena vivir.
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