Los Soviets fueron creados únicamente por las clases de vocación revolucionaria (obreros, campesinos, empleados); se constituyeron, no de acuerdo con la ley, sino por la vía revolucionaria, por la actividad directa de las masas explotadas, y se transformaron en instrumentos de la insurrección y en el embrión del futuro Poder. "Obraban como si fueran ya poder --dice Lenin-- apoderándose por ejemplo, de las imprentas (Petersburgo), deteniendo a los agentes de la policía que impedían que el pueblo revolucionario realizara sus derechos". Actuaban, además, como poder al incitar al pueblo a no dar dinero al Gobierno.
Confiscaban los fondos de este último (Comités de Huelga de Ferroviarios en el Sur) y los dedicaban a satisfacer las necesidades del Soviet. "Los órganos de Poder descritos por nosotros --dice asimismo Lenin-- eran la dictadura en germen, pues ese Poder no reconocía ningún otro poder, ninguna otra ley, ninguna otra norma, procediera de donde procediera". Nótese que se trataba de un poder ilimitado, extralegal, que se apoyaría en la fuerza en el sentido más directo de esta palabra: era la dictadura. El nuevo Poder no tenía ni las armas, ni el dinero, ni las antiguas instituciones (¡se cansa uno!, diría Omar Lares). ¿En qué se apoyaba esta fuerza? En la masa popular, su rasgo distintivo real, y no retórico como aquí.
En un principio, los partidos obreros no se dieron cuenta de la inmensa importancia de los Soviets. Hasta diciembre, cuando la lucha tomó la forma de insurrección armada, no comprendieron toda su profunda significación.
Hubo incluso tentativas de los representantes de dichos partidos para retirarse de los nuevos órganos del Poder revolucionario. Pero, sin embargo, los bolcheviques fueron los primeros en comprender la importancia de los Soviets como órganos de la insurrección, como el marco más apropiado para realizar el frente único de todos los elementos revolucionarios del proletariado, y así, a medida que los acontecimientos tomaban un carácter decisivo, eran los bolcheviques los que desempeñaban el papel principal de los Soviets.
Lo que no ofrece la menor duda es que el proletariado ruso, al crear los Soviets, dio al proletariado internacional una nueva forma de organización de la clase obrera. Los Soviets fueron, en realidad, organismos revolucionarios, inconcebibles en la época de desarrollo pacífico y que persiguen como fin la transformación inmediata y radical de todas las relaciones sociales. El prestigio de esa nueva forma de organización era inmenso entre la masa obrera rusa. Los trabajadores decían: "Lo que el Soviet diga, haremos"; y en efecto, lo consideraban como su propio Gobierno, y sus órdenes y decretos los llevaban a la práctica sin vacilar. Nunca había existido organización alguna que contara con una confianza tan ilimitada de las masas y que estuviera ligada con ellas de un modo tan estrecho.
Lenin captó bien este potencial, hasta que...
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