Republica del Zulia

Julio Portillo: Necesitamos entonces promover el regionalismo como protesta al excesivo centralismo en todos los órdenes. Tenemos que despertar la conciencia política de la provincia.

miércoles, 13 de octubre de 2010

LA MADRE / Jesús Barboza

La Madre David Utrilla

Mientras se escucha el sonido del ronquido que presagia la muerte, de pie ante la anciana cercana al siglo, solo piel y huesos y un par de ojos que parecen esmeraldas, pregunto ¿es esta la misma mujer que enfrento el abandono de un hombre, que la dejo con tres hijos después de amarla por años y se convirtió en padre y madre, alimentándoles dándoles educación y principios y hoy, deja la tierra como cualquier otro mortal? Grito en mis adentros ¡DIOS no existe! de ser verdad, ella no moriría, ni siquiera envejecería, si fuera justo, la
conservaría viva como ejemplo de ser madre.

Aquella anciana,que dejaba la vida en cada uno de sus respiros, fue una niña huérfana de madre al poco tiempo de nacer, criada entre familiares que aun cuando la querían ,la confinaban a los trabajos fuertes de la casa. Era diestra en la limpieza, lavar ,planchar y cualquier otra activad necesaria para conservar el hato y la iglesia del pueblo. Años después, al morir sus tías niñas, no recibió beneficio o herencia alguna, aun cuando, pocas veces se pregunto el por qué, quizás las respuestas la habría conseguido en su carácter rebelde que le hacia emprender aventuras y decirse a cada rato ¡no me quedare a vestir santos! Formo familia, con un hombre que aun cuando de diferente color de piel, era de "buena presencia" como decían las amigas al verlos llegar tomados de la mano, era un hombre curtido por el trabajo desde la infancia, serio ante la vida, ajeno a la bebida y cuidadoso del hogar, que todos los días llegaba con una bolsa llena de comida, helados y algún juguete, pero un día después de varias décadas de estar juntos, hizo maletas y la abandono con sus hijos
adolescentes cuando mas lo necesitaban. Recorrió la vida con estos a cuesta, con la frente en alto hasta que los hizo aptos para enfrentar al mundo. Años después perdono al compañero que la abandono. Así era de grande su amor y perdón.

Alicia, aun cuando no podía expresarlo en el trance a la muerte, sonreía feliz en sus adentros, como lo había expresado varias veces.

Sus hijos, que habían sido la razón de luchar, la querían y estaban siempre a su lado, como en ese ultimo momento. La familia había crecido, los tres hijos se habían reproducido en nietos y bisnietos, y ella católica toda su vida, daba gracias a Dios por haberle permitido vivir para amarlos ¡ahora puedo morir tranquila, gritaba en silencio! mientras el ruido del ronquido cesaba y la respiración se hacia tenue.Alicia, no se ha ido, volvió a la vida, y aun cuando sin palabras, su mente recorre los recuerdos en un largo viaje sin fin.

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