Hoy cumplo sesenta y nueve años, ese numero mágico disfrutados porpocos, ansiado por muchos. En lugar de dejar llevar el pensamiento por el tiempo para gritar ¡confieso que he vivido! Exclamo ¡confieso que he comido! al comienzo de la vida, antes de dar los primeros pasos, el plato preferido era: pupu, que sacaba de los pañales de tela, algunas veces combinado con el sabor salado que chorreaba de la nariz, hasta que me daban una nalgadas y bañaban debajo del chorro con agua fría, una vez, utilicé la cánula de la fomentera que intentaba convertir en pito. Al crecer, el menú cambio, dado el trabajo de mi padre en un lactuario, comía como un hacendado: leche, mantequilla, queso y helados Alfa hasta reventar.
Diciembre era el mes mas apetitoso, jamón Ferris, puesto a cocinar desde la noche anterior en guarapo de panela, después de listo, rociado con licor, planchado a mano y cubierto de clavitos de comer, mientras hervían las ollas, y el majarete, quesillos, dulce de lechosa con manjar y otras delicias preparada por mi madre, la comilona terminaba en fuerte retorcijones de tripas hasta el otro día. Al cambiar de residencia y tamaño, el crédito abierto en la tienda de la esquina cambio los gustos por el diablito, las galletas saladas y los potecitos de leche condensada. Los viajes por piragua al sur del lago trajera el plátano, topocho, armadillos y doncellas, ademas de la comida de cacería como las palomitas, yaguasas y venado. Un cambio violento de la vida transformo también los hábitos de comida, el pescado recién sacado se convirtió en el plato del día, en todas su formas: hervido, frito, asado, cocinado, relleno, guisado, camarones abundantes y el rabito de lomo que regalaban en el matadero situado a dos playas de la casa, el mondongo, las chinchurrias, los chicharrones y la asadura que hacían en coco.
Un día el destino me sentó en un avión, después de viajar sobre olas y cocoteros y el susto terrible de la primera vez, me esperaron con un plato de calalu , al meter la cuchara y salir las patas amarillas de unas congregas enredadas en las ramas de hiervas y un caldo verde, no pude contener el vomito." Es consecuencia del viaje " justifique el hecho, después , me acostumbre al sabroso Roti , el pan casero y los pichones guisados de palomas, seguía corriendo el reloj de los años, llego el modernismo y aquellas comidas llenas de sabor y olor se transformaron en chatarra, en forma de hamburguesas construidas con carne sintética y papas plastificadas, el pollo congelado calentado a punta de aceite caliente y unas ensaladas sin el frescor de las verduras y tomates. Otra nueva oportunidad me llevo a la culebra de agua, preparada en el caribe .El menú de los Británicos : insaboro, inodoro e insípido , los españoles con sus chorizos , Tailandeses con pescados preparados de mil formas , llenos de sabor color y picante, y nombre impronunciables, patos y perros glaseados colgados de las vitrinas.
Hoy, todo se ha reducido a sopas y comidas blancas, para no aflojar las prótesis y dejarlas de recuerdo en el plato de un comensal.
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