Bertolt Brecht escribió un conjunto de bre- ves narraciones de intención didáctica que tituló Historias del Señor Keuner, un personaje de ironía crítica y reflexiva. En una de ellas, se le pregunta al señor K sobre qué hacía y responde: "Ando muy ocupado. Estoy preparando mi próximo error".
Algo parecido, en cuanto a resultados para la gente, le sucede a nuestro invertido señor K, cuya abundancia de respuestas para casi todo ya no le alcanza para ocultar que apenas tiene soluciones para casi nada. Para justificar su desbordada ineficacia proclama que su tarea suprema es hacer la revolución, lo que disminuye la inseguridad o el respeto a la ley a nimiedades propias de gestiones ordinarias.
Paradójicamente, cambiando nombres y estatizando sin criterios sociales, está debilitando toda percepción favorable del pueblo hacia el socialismo.
Su acción autoritaria descarga más desprestigio sobre su práctica falsamente socialista y sobre una imagen ya suficientemente despedazada por el trágico fracaso del modelo que pretende importar. Conclusión: el socialismo es inevitablemente incompatible con las libertades y la democracia.
La propuesta del señor Ch carece de consenso, como lo demostró el rechazo que obtuvo en el referendo. Una voluntad mayoritaria sistemáticamente negada por la vía venezolana hacia la destrucción: aplicar leyes, aprobadas en carreras y en secreto, inconstitucionales. En vez de trabajar el consenso convierte el desacuerdo en delito, profundizando en dirección opuesta al socialismo, un proceso que quita poder a la sociedad para concentrarlo en el Estado y en su persona.
La cúpula de jefes de izquierda y de derecha, con licencia por la redundancia, que comanda el señor Ch hace lo que sabe y al revés. Instauran un poder sin control, que subordina toda la sociedad al Estado para perpetuar en el mando al jefe único.
El culto a la personalidad, estatización indiscriminada, centralización, hegemonía excluyente conducen al totalitarismo, no a la socialización del poder.
Esa contradicción afecta y atemoriza a sectores que tradicionalmente le han dado respaldo. Especialmente a los trabajadores que están comenzando a comprender por qué distintas medidas gubernamentales en vez de favorecerlos les perjudica.
Pero basado en la relativa facilidad con la que acabó con los principios de la democracia, desmontándolos desde el interior de instituciones que mantuvieron su apariencia formal, el señor Ch está ejecutando un poderoso recorte de los derechos fundamentales con procedimientos distintos a los de las dictaduras tradicionales, pero de efectos peores.
El golpe contra la democracia afecta derechos de libre asociación, a elegir, a la educación, a la libertad de expresión y a la propiedad. El poder acude al temor, apuesta a la indiferencia, confía en la debilidad de partidos y organizaciones civiles. Pero los ciudadanos saben que los cambios llegan cuando llegan, como diría el señor K. Tal Cual digital.com
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