El resultado electoral no fue malo para Chávez, pero sí para sus confesadas pretensiones autocráticas. Había dicho que perder tres gobernaciones ya sería una derrota para el Gobierno; por eso perder cinco grandes y la Alcaldía Mayor de Caracas, es una bofetada contra la concentración del poder y una esperanza para la democracia. Chávez obtuvo la mitad de los votos venezolanos, bueno para gobernar, pero no para perpetuarse en el poder concentrado. Por eso se sintieron derrotados; sin chantajes, compras y amenazas, quedaría en 30 o 35%, que es mucho.
Venezuela demostró que es más sabia que su Presidente y que quiere vivir en paz, elegir a los mejores de diversos colores para lograr la justicia social y el desarrollo, sin perder las libertades y el espíritu de tolerancia. Hay buena base para construir con todos una sociedad democrática y social y para resistir las obvias intenciones de volver a la carga con propuestas anticonstitucionales de concentración de poder y de perpetuación personal.
Sería bueno que el Presidente se sumara a la construcción de la alternativa democrática, pero no parece probable. Le quedan cuatro años de gobierno y el país exige que sean muy distintos de lo que fue su insensata y agresiva campaña. Con la crisis socioeconómica mundial y nacional y el revés electoral, es el Gobierno quien más necesita de diálogo y reconciliación para una gestión aceptable. El Presidente debe repetirse, por activa y por pasiva que “ahora Venezuela es de todos” y sólo trabajando juntos todos podemos salir adelante en esta etapa final de su larga presidencia (14 años).
No es menos exigente el reto para los políticos democráticos. A la vista están sus triunfos como premios a los aciertos político-electorales, pero también el castigo a la irresponsabilidad e inmadurez de muchos.
Venezuela necesita paz, diálogo y reconciliación en torno a una alternativa social poderosa en el grave vacío actual. El Gobierno no puede continuar ajeno ni opuesto a esta alternativa y los demócratas opositores tienen que contar con éste como una realidad en los próximos años. Una alternativa para todos en situación tan compleja requiere sin duda el concurso de expertos. Pero principalmente requiere que estos y los líderes políticos oigan el clamor de los venezolanos, especialmente de los que viven social o políticamente excluidos: cientos de miles en exilio exterior y millones en exilio interior, ocultos para no perder su empleo o la posibilidad de desarrollar sus iniciativas culturales, educativas o empresariales, autónomas del Gobierno; y también excluidos arbitraria y brutalmente son los centenares de inhabilitados y presos políticos sin sentencia.
Juntos, y sólo juntos, podremos afrontar la muy dura situación del año 2009 e ir madurando alternativas viables y experiencias exitosas de gestión en alcaldías y gobernaciones.
Ahora Venezuela es de todos, no es roja rojita, sino multicolor y su esperanza sólo es viable con el concurso de todos, como se demostró en la brillante jornada electoral del 23 de noviembre. Analitica.com
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