Ese título fue el que se le dio al documento suscrito por las organizaciones políticas de oposición el 23 de enero de este año, evocando el espíritu de unidad de hace 50 años atrás cuando fue derrocada la dictadura militar de Marcos Pérez Jiménez.
En aquel entonces se salía de una dictadura militar que duró 10 años; a la fecha, estamos en otra dictadura que cumple igualmente 10 años. Esta de hoy más peligrosa que aquella. La de Pérez Jiménez soñaba con perpetuarse en el poder por razones hedonistas, fundamentalmente por lo que ha dado en llamarse ''la erótica del poder''. La de Chávez Frías, además de la embriaguez hedonista, sueña con un proyecto utópico de carácter mundial donde converge el fundamentalismo musulmán con la idea Zuche; el maoísmo chino y el guevarismo cubano; el totalitarismo militar mugabista y el bielorruso; el marxismo con el cristianismo; en una confusión pluriparadigmática a nivel ideológico que se traduce al final en una praxis política de militarismo totalitario, antidemocrático y absurdo.
El acuerdo de unidad nacional debe tener un horizonte de más largo plazo, que trascienda la coyuntura electoral. Debe tender al rescate del civilismo, es decir, que las funciones de gobernar vuelvan a manos de los civiles. Es el momento en que se exige que los líderes se empinen por encima de las pequeñeces y el inmediatismo. Pensar menos en las próximas elecciones y más en las próximas generaciones.
El llamado a la unidad exige tomarse en serio, conscientemente, la dimensión colectiva de nuestra libertad individual. Entender que la política es menos teatro y más realidad. Más que aplausos lo que se espera es mayor sensatez. No es la política la que ocasiona los conflictos, éstos son síntomas que acompañan necesariamente la vida en sociedad. La política, bien ejercida, se encarga de atajar ciertos conflictos, en canalizarlos e impedir que crezcan y afecten el cuerpo social.
Es en ese sano entendimiento de la política que un grupo de ciudadanos de la oposición en el Zulia, conformamos el Movimiento Civil por la unidad, el cual no surge como grupo electoral ni trinchera antipartidos, sino por el interés de orientar y canalizar el talento y las emociones, de modo que se garantice el cumplimiento de las aspiraciones de la gran mayoría que es la de preservar y fortalecer la democracia
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