Republica del Zulia

Julio Portillo: Necesitamos entonces promover el regionalismo como protesta al excesivo centralismo en todos los órdenes. Tenemos que despertar la conciencia política de la provincia.

2.12.25

Vladimiro Mujica: El laberíntico camino de la esperanza: miedo y rebeldía



Un reciente trabajo del periodista Alejandro Hernández aparecido en La Gran Aldea, apunta a destacar la enorme complejidad del drama venezolano de liberación nacional, en uno de sus aspectos más delicados: el sentir individual y colectivo de nuestra gente.

Basado en estudios de opinión, recientes y confidenciales, Hernández explora el combate interior entre dos sentimientos y percepciones, enteramente respetables y contrapuestos, de la inmensa mayoría del pueblo venezolano que se opone a la permanencia en el poder del régimen de Nicolás Maduro. Por un lado, está la presencia del miedo, un arma esencial del trío de herramientas, junto al hambre y la represión, que el régimen utiliza a mansalva contra los venezolanos, para generar pasividad y acomodo a una realidad impuesta. Quizás es el espacio adecuado para recordar unas palabras de Winston Churchill, quien dirigió la reacción de Europa al terror paralizante que inspiraban los nazis: “El miedo es una reacción, el coraje es una decisión”. Esta profunda reflexión de Churchill nos lleva al otro espacio en el universo venezolano del cansancio ciudadano ante los abusos del chavismo-madurismo: la evolución de una rebeldía creciente que se ha ido expandiendo en todos los espacios de la población.

Prueba inequívoca de la sabiduría que han ido acumulando los venezolanos después de 25 años de llevar sus existencias bajo la represión y la persecución, es que el coraje se ha ido combinando con la prudencia para actuar en el momento en que el liderazgo de la transición, encabezado por María Corina Machado y Edmundo González Urrutia, decida que es el tiempo de actuar. Esta reflexión es fundamental para entender la dinámica de los acontecimientos. Una angustia subyacente está presente en todos los estratos de la población, pero la convicción de que después de 25 años estamos ante la puerta de un cambio definitivo, emerge con fuerza. La incertidumbre en los tiempos es la compañera inseparable de la planificación estratégica en tiempos de guerra. Por supuesto, no se trata de una guerra contra un adversario externo, como ocurrió en los tiempos de la II Guerra Mundial y la incertidumbre acerca de la fecha exacta del Día D, el día del desembarco en Normandía que marcó el principio del fin de la guerra. De acuerdo a los historiadores, el Día D estuvo dos años en preparación y la invasión a la costa francesa fue resultado de un complejo proceso de negociación entre los aliados. Los venezolanos nos encontramos también ante una situación de guerra no convencional, pero esta vez del régimen contra su propio pueblo, en alianza con enemigos de las democracias occidentales y con carteles de la droga.

Entender la circunstancia de que el régimen de Maduro adelanta una guerra contra su propio pueblo, es esencial para comprender la naturaleza de la rebeldía que existe entre nuestra gente. Los venezolanos no estamos pidiendo de nuestros aliados internacionales en la recuperación de la democracia y la libertad, especialmente de los Estados Unidos, que orquesten un cambio de régimen (o regime change en su traducción al inglés). Estamos exigiendo que se restaure la vigencia de la Constitución Nacional y que se respeten los resultados de las elecciones presidenciales del pasado año, en la cuales se decidió el cambio de régimen por voluntad del pueblo soberano. Esa circunstancia es lo que nos debe llevar a apoyar la acción del gobierno de los Estados Unidos en crear una amenaza creíble sobre el régimen de Maduro, al declararlo una Organización Terrorista Foránea (FTO, por las siglas en inglés de Foreign Terrorist Organization). Es fundamental insistir en que esta declaración es sobre el régimen y no sobre Venezuela como nación. Por supuesto que el gobierno norteamericano tiene otros intereses estratégicos al declarar al Cártel de los Soles como una FTO dirigida por Maduro, como lo son el contener el flujo de migración y de drogas hacia Estados Unidos, y el restablecer el flujo de petróleo, pero nosotros estamos obligados a enfocarnos primero en lo que es esencial para nuestro país y manejarlo como un tema que genere el apoyo bipartidista en la compleja realidad de polarización de la política norteamericana.

Al mismo tiempo es importante insistir en que nuestro apoyo y reconocimiento al gobierno de Trump, esté acompañado de la exigencia al respeto a los migrantes venezolanos en los Estados Unidos y en cualquier otra parte del mundo que hoy están sujetos a una dura circunstancia. A su vez, esta exigencia no puede dejar de lado que el causante último de la migración de más de 8 millones de compatriotas es, en última instancia, la acción de desgobierno y destrucción de la nación, primero de Chávez y luego de Maduro. Es por lo que, por difícil que resulte, hay que distinguir entre el mal mayor, Maduro, y los otros males, que no son menores, pero que no pueden confundirse con el origen de toda nuestra tragedia.

Estos son tiempos de alzar la voz con coraje y prudencia. Entender que se avecinan los tiempos del cambio profundo en nuestra nación y no caer en la trampa del régimen, y sus aliados políticos nacionales e internacionales interesados en proteger a Maduro y sus cómplices, que sostienen que la caída del régimen será el inicio del caos y la violencia.  No hay mayor violencia en la Venezuela de hoy que aceptar la humillación a nuestro pueblo que supone la existencia de un régimen corrupto y usurpador que ha arruinado a la nación y debilitado profundamente nuestras bases cívicas. Esa transición puede ser pacífica si el régimen acepta que su tiempo en el poder se ha acabado. Son los tiempos de recorrer el laberinto de la esperanza, con guía y coraje.

https://www.costadelsolfm.org/

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