Republica del Zulia

Julio Portillo: Necesitamos entonces promover el regionalismo como protesta al excesivo centralismo en todos los órdenes. Tenemos que despertar la conciencia política de la provincia.

sábado, 1 de noviembre de 2025

SEMILLA DE ETERNA PRIMAVERA Por Douglas Zabala



Livia Gouverneur nació el 14 de julio de 1941 en San Agustín, Parroquia de la

todavía Caracas de los techos rojos. Desde niña fue una amante de la poesía y en

su breve juventud se transformó en una aguerrida líder estudiantil en la UCV. Inició

sus estudios en la escuela de psicología. Allí comenzó su accionar político en el

movimiento estudiantil, llegando a formar parte de la Asociación de Estudiantes de

Psicología.


Cuando estalla la lucha armada contra el gobierno de Rómulo Betancourt, esta

aguerrida mujer de inmediato pasa a formar parte de una Unidad Táctica de

Combate (UTC) de las Fuerzas Armadas de Liberación Nacional (FALN), que

llevaba por nombre "21 de noviembre" en homenaje a la Huelga General de los

estudiantes de la Universidad Central de Venezuela en 1957.

Es primero de noviembre del año 1961, día de todos los santos, día de rocío, brisa

suave y llovizna sobre el Ávila y toda Caracas. Hay combate, se oyen disparos y

cae sobre un charco de rosas rojas. Es estudiante universitaria, combatiente de

las Unidades Tácticas de Combate y militante de la gloriosa Juventud Comunista.

Se siembra otra semilla hacia su eternidad.


Pero la historia de Livia no es un hecho aislado; es un verso trágico y recurrente

en el poema de la patria. La cuota juvenil por la libertad es una deuda histórica

que la República nunca ha dejado de cobrar. En la Batalla de La Victoria, fue la

sangre de jóvenes estudiantes la que selló la independencia. Ese sacrificio

fundacional marcó un destino: el de la juventud ofrendándose en cada encrucijada

nacional.


Esa misma estirpe joven que desafió a Pérez Jiménez en el 57, que se inmoló en

la guerrilla de los 60, que salió a protestar en el Caracazo del 89, ha vuelto a

levantarse una y otra vez. Hoy, en el presente, los nombres se multiplican.

Son los jóvenes presos, políticos de una nueva era, pagando con su libertad el

precio de la disidencia. Son los rostros anónimos que cayeron en las calles un 28

de julio, clamando por un respeto sagrado a la soberanía popular, escribiendo con

su vida el capítulo más reciente de esta larga y dolorosa crónica.

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