Republica del Zulia

Julio Portillo: Necesitamos entonces promover el regionalismo como protesta al excesivo centralismo en todos los órdenes. Tenemos que despertar la conciencia política de la provincia.

martes, 19 de agosto de 2025

SOLUCIÓN NEGOCIADA Y DEMOCRÁTICA Por Douglas Zabala



En los últimos 26 años Venezuela ha vivido escenarios de elecciones presidenciales, legislativas, regionales, municipales, referendos y constituyentes. Han sido 36 procesos electorales, incluyendo las del domingo 27 de julio donde se escogieron alcaldes y concejales. 

Este volumen de votaciones ha fortalecido la institucionalidad democrática. Sin embargo, en los últimos procesos electorales se han generado dudas en torno a la transparencia electoral y el respeto a la voluntad soberana.

Fechas emblemáticas como las del 28 de mayo del 2000 y la del 28 de julio del 2024 destacan como momentos de inflexión en la historia reciente.

En el primer caso, el Tribunal Supremo de Justicia suspendió la llamada Megaelección, alegando que no existían condiciones técnicas, lo que constituía una amenaza directa a los derechos al sufragio (art. 63), a la información pública (art. 143) y al rol del Poder Electoral (art. 293).

Aunque la frase del entonces vicepresidente del CNE, Eduardo Semtei: “Las elecciones son el 28, el 28, el 28” pretendía disipar dudas, fue opacada por una decisión del TSJ que apeló a las bases constitucionales en defensa de los derechos ciudadanos.

Veinticuatro años después, las elecciones del 28 de julio de 2024 dejaron al país en suspenso. Mientras sectores opositores manifestaban su convicción de haber obtenido la victoria, el CNE y el TSJ ratificó como ganador al presidente Maduro.

Estos hechos reflejan que el voto no es sólo una formalidad democrática. Es una expresión legítima del poder ciudadano, cuyo respeto o desconocimiento marca la diferencia entre una democracia viva y una democracia vulnerable.

Aunque los intentos de diálogo han sido frustrados en ocasiones, sigue siendo el camino más legítimo para construir soluciones duraderas. Se debe retornar al respeto a la Constitución y a los derechos ciudadanos; así como velar, por el rescate de la confianza en las instituciones electorales.

No podemos alimentar una solución extranjera, ni un gobierno en el exilio o salidas no democráticas. Necesitamos opciones reales que nos permitan una solución negociada y democrática, a la crisis actual del país.

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