Cuando Fedecámaras renueva su directorio es buen momento para recordar que la sociedad espera un empresariado al servicio de la sociedad venezolana
Un vistazo al origen del empresariado venezolano nos lleva a más de un siglo de distancia. No son pocas las empresas venezolanas actuales con tradición centenaria. Tratar de nombrarlas una a una es correr el riesgo de olvidos o vacíos. Allí estarían, solo a título demostrativo, empresas u organizaciones empresariales centenarias como: Banco Mercantil, Beco (sucesora de Blohm & Cia) Laboratorio Behrens, Comercial Belloso (Cobeca), Alfonzo Rivas, Ron Santa Teresa, Banco Venezolano dé Crédito, Cámara de Comercio de Maracaibo, Cámara de Comercio de Caracas. Ellas, y otras tantas, resumen un largo tiempo de historia y, fundamentalmente, de siembra de cultura, de experiencia, de tradición y de valores.
Más allá de la calificación de cada una de ellas, estas empresas han contribuido significativamente al desarrollo del país, a su economía y a la configuración de una cultura que privilegia el emprendimiento, la iniciativa, el trabajo, la capacidad de imaginar. Han sido y siguen siendo referentes en sus respectivos sectores por su capacidad para mantenerse en el tiempo, para marcar escuela y generar confianza.
Si fuera necesario resumir lo que tienen en común estas empresas diríamos que una sólida identidad y cultura corporativa, claridad en la definición de visión y objetivos, sentido de futuro, actitud proactiva frente al riesgo. Desde una perspectiva más medible o más pragmática añadiríamos métodos de planificación y ejecución, sistemas de trabajo guiados por propósitos de eficiencia, constancia, capacidad de adaptación continua a las realidades del país y a las cambiantes condiciones del mercado, políticas de formación y dedicado cuidado del personal. Y desde su inserción en la sociedad: atención prioritaria a su relación con la comunidad, vocación de ser útiles, capacidad de adaptación e innovación, voluntad de construir relaciones duraderas no solo con socios, clientes y proveedores, sino con la comunidad.
Una de las características que mejor hablan de ellas ha sido su voluntad y capacidad para generar confianza y credibilidad. Se les recuerda por haber dejado escuela. Quienes las hicieron desde dentro, sus fundadores y también las generaciones que les siguieron, han sabido acumular valor: el de la tradición, de la cultura, de una filosofía que ponía de relieve el buen hacer, el reconocimiento al mérito, la disciplina, la fidelidad a sus propias reglas, la experiencia, la calidad, el talento, el esfuerzo.
Preservar el legado y transmitir la cultura empresarial a la siguiente generación ha sido entendido como un objetivo y como una tarea prioritaria para el liderazgo. Aparte de ser fieles a la calidad, a su propósito productivo y comercial, estas empresas han dado gran importancia a la identidad y al fortalecimiento de su cultura. Soñadores y realizadores simultáneamente, supieron responder en cada una en su momento a una necesidad de los mercados y de la sociedad. Para quienes se preguntan por su permanencia a través de años y generaciones, las respuestas apuntan a principios como responsabilidad, honestidad, competitividad, innovación, creatividad, calidad, excelencia y constancia.
Mirar hacia atrás ayuda para mirar mejor hacia adelante y para comprender mejor los cambios y las alternativas. En este punto se encuentran la tradición con la renovación, tanto para las empresas como para las agrupaciones que las representan. Así, cuando Fedecámaras, la voz del empresariado venezolano, renueva su directorio, es buen momento para recordar lo que la sociedad aspira de sus empresarios. De las empresas espera eficiencia, dignidad, buen servicio, óptimos productos, atención a sus necesidades, cercanía a la comunidad. De la organización espera una ajustada visión de país, atención a los intereses de la sociedad, fidelidad a los principios de la democracia, verticalidad en la defensa del bien común, de los derechos y de las libertades. Espera un empresariado al servicio de la sociedad venezolana.
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