Vos sabéis que. Maracaibo siempre se ha destacado por ser una gran tienda, donde el ir y venir del día, siempre ha dependido del agite que se forma en los negocios. Este primer gran remolino, fue a finales del siglo XIX con la aparición de negocios, empresas y ventorrillos en cada esquina.
De las primeras en ser traída por los marullos fue la Breuer Moller y Compañía, en 1860. Otras de las pioneras del comercio marabino estuvieron, La Casa París, del reconocido comerciante Juan París, allá en el año 1878. Quien también se dejó venir a esta ciudad Puerto en 1890 fue la Curazao Trading Company.
Dedicada a la importación y exportación en Maracaibo, se instaló en 1850 la empresa Riboli Abbo y Compañía. Este negocio centró después casi toda su actividad en la exportación del café, que las piraguas traían de Trujillo, y otras zonas andinas.
Larga es la lista de comercios que se fueron instalando en aquel Maracaibo, pujante y comercial, pero no podemos dejar de recordar al Bazar Americano, La Casa América, Dimas Pineda y Compañía, Borges y Compañía y J.R. Villasmil.
Hoy en este siglo XXI el corazón del comercio marabino como lo fue la Plaza Baralt se ha convertido en un montón de edificios y locales abandonados, inclusos aquellos portentosos edificios que en el pasado fueron declarados patrimonio histórico de la ciudad.
Maracaibo necesita inversión y que las nuevas autoridades municipales le presenten proyectos que atraigan la inversión del empresario y sobre de quienes largan el forro todos los días gritando sus productos en calidad de emprendedores de la economía informal.
Dónde quedaron las voces de los emprendedores, el sabor maracaibero que el Zulia entero no puede olvidar. A la Plaza Baralt estamos obligados a devolverle la algarabía que tuvo en el pasado con sus buhoneros y prósperos comercios.
“Se perdió la algarabía, el sabor maracaibero y que todo el Zulia entero nunca lo podrá olvidar el bullicio y la alegría que había en la Plaza Baralt”. Pa’ que vos sepáis.
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