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jueves, 31 de julio de 2025

El humor de los venezolanos: ¿banalidad o inteligencia?

 

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A mi hermano Laureano Márquez

"En un país donde la realidad supera la ficción, el humor es nuestro salvavidas. 
Nos permite navegar en el mar de la locura sin ahogarnos en el pesimismo".
Laureano Márquez, diario Tal Cual, 15/04/2018)

En el último estudio nacional “Retrato psicosocial del venezolano” (PsicoData-UCAB, 2024), una de las dimensiones exploradas fue la de los estilos de afrontamiento más frecuentes en los venezolanos, entendiendo por ello el conjunto de estrategias que usan las personas para manejar situaciones difíciles o estresantes.  Y entre los estilos de afrontamiento a los que recurren los venezolanos, el estudio de la UCAB identificó como uno de los más frecuentes el humor. Según la investigación, 59% muestra una tendencia a buscar el lado divertido de lo que sucede a su alrededor. Ante este dato, algunos se preguntan: ¿es éste un rasgo positivo dentro de nuestro perfil psicosocial, o por el contrario es una debilidad que deberíamos combatir?

Lo primero en señalar es que hay algunos estilos de afrontamiento que resultan poco eficaces y hasta contraproducentes, como la negación y la autoinculpación. A través de ellos, la persona cree ilusoriamente escapar de la realidad negando que ella en verdad esté ocurriendo, o simplemente se culpa de lo que le sucede. Pero otros, como la reinterpretación positiva de las cosas y el humor son considerados en la literatura especializada como mecanismos saludables y psicológicamente funcionales. Las razones de ello son múltiples, pero revisemos rápidamente las tres más importantes. 

En primer lugar, el humor ayuda en la regulación emocional. La risa, por ejemplo, reduce el cortisol (la llamada hormona del estrés) y aumenta las endorfinas, lo que ayuda en el alivio del estrés y las tensiones. Además, el humor permite reinterpretar situaciones difíciles desde una perspectiva alternativa y menos amenazante, lo que produce un efecto de “reencuadre cognitivo” que contribuye a disminuir la carga emocional aversiva.

En segundo lugar, el humor genera beneficios fisiológicos. Así, por ejemplo, la risa aumenta los anticuerpos, mejora la función vascular y disminuye la presión arterial. 

Finalmente, desde el punto de vista psicológico, se ha encontrado cómo personas que usan el humor adaptativo muestran menor sintomatología depresiva ante eventos traumáticos, y cómo en situaciones colectivas adversas (como crisis económicas o desastres), el humor compartido fortalece redes de apoyo psicosocial.

El humor actúa así, fundamentalmente, como un "interruptor cognitivo" que transforma la amenaza en un desafío manejable. Como afirma Viktor Frankl en El hombre en busca de sentido: “El humor es otra de las armas del alma en su lucha por la supervivencia". Esto explica por qué en sociedades bajo estrés continuado, el humor se convierte en un recurso psicosocial vital.

Los críticos del humor argumentan que éste más bien actúa como una especie de trinchera de la banalidad, bien sea porque genera distracción masiva o porque produce un indeseable efecto amortiguador de las crisis sociales. Es a esto ultimo que se refieren pensadores como la psiquiatra y ensayista venezolana Marta Rondón, quien afirma: "El humor constante como válvula de escape puede convertirse en un mecanismo de evitación, disolviendo la raíz ética de la indignación" ("Humor e identidad en la crisis venezolana", Revista Nueva Sociedad, 2021).  Sin embargo, estas críticas advierten realmente sobre el llamado “humor desadaptativo”, que es el que ocurre cuando se trivializan los problemas y se privilegia la resignación y pasividad frente a la necesaria acción ciudadana.

Por eso es tan importante distinguir entre el humor inteligente o adaptativo, y el humor desadaptativo, también llamado humor banal o evasivo. El primero ayuda a aliviar las tensiones sin negar la realidad, permite una saludable reinterpretación cognitiva de las adversidades para ayudar a superarlas, contribuye a aumentar la resiliencia, y sirve para reencuadrar los problemas del entorno como retos manejables. 

El humor desadaptativo, por el contrario, niega los problemas, ataca o se burla de otras personas, refuerza estereotipos humillantes, fomenta la pasividad y la resignación, genera evasión mediante un mecanismo de “escapismo risueño”, incrementa el malestar al reforzar el cinismo o la victimización, y termina banalizando las injusticias. La diferencia crucial entre ambos está, al final, en sí el humor facilita el afrontamiento activo (adaptativo) o bloquea la acción y fomenta la resignación (desadaptativo). Como señala la psicóloga austriaca Sonja Heintz, experta en Psicologia del Humor: "El humor saludable es un puente hacia la resiliencia; el tóxico, una máscara de la impotencia".

El humor adaptativo venezolano ha funcionado desde hace mucho tiempo como herramienta para la interpretación y articulación social. Desde Leoncio Martínez (“Leo”), Francisco Pimentel (“Job Pim”), Aquiles Nazoa y Pedro León Zapata, hasta Laureano Márquez, Emilio Lovera, Claudio Nazoa o Rayma Suprani; desde FantochesEl Cojo Ilustrado y El Morrocoy azul, hasta los inolvidables "Zapatazos” y El Chiguire Bipolar, el humor venezolano no sólo ha servido para un inteligente y necesario diagnóstico de la realidad social, sino que ha actuado como un eficaz mecanismo de resiliencia personal y colectiva. Con una profunda conexión con las raíces del pueblo, el humor se ha usado para denunciar las injusticias con ingenio, para reforzar nuestra identidad nacional y nuestra autoestima, como herramienta de contrapoder frente a los opresores y como una actitud de resistencia y esperanza ante las adversidades. Del humor venezolano diría el poeta Armando Rojas Guardia que “no anestesia el dolor, lo ilumina para no morir de él”. Y nuestra inolvidable Maritza Montero afirmaba que "el humor compartido opera como un salvavidas psicosocial: mantiene a flote la identidad colectiva en contextos de crisis e incertidumbre crónicas".

Quizás con la sola excepción de los 40 años de la República Civil (1958-1998), los venezolanos han tenido siempre que aprender a defenderse de gobiernos hostiles y preocupados más por ellos y sus intereses que por la gente. Este aprendizaje ha sido una constante en nuestra historia.  Por ello, desde el famoso “se acata pero no se cumple” -esa expresión nacida en la Venezuela colonial para burlarse de las órdenes emanadas desde el centralismo imperial español- hasta nuestros días, el humor forma parte de ese aprendizaje defensivo, y ya es conocido como parte fundamental de nuestra idiosincrasia nacional. 

El humor adaptativo venezolano ciertamente no es catarsis ni mucho menos evasión. Parafraseando a Laureano Márquez y a Maritza Montero, podemos decir que nuestro humor funciona como una especie de salvavidas psicológico de un pueblo que navega entre crisis. Es una herramienta inteligente de afrontamiento ante las adversidades, y en este sentido debe ser reconocida y reforzada como una de nuestras cualidades culturales y psicosociales más distintivas y estimadas.

@angeloropeza182

https://www.elnacional.com/

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