
Diez años atrás, varias universidades venezolanas aparecían bien posicionados en los rankings académicos para Latinoamérica. Sin embargo, la crisis económica, política y social ha impactado severamente en la educación superior, afectando especialmente a las universidades autónomas.
Entre los factores que influyen en esta crisis destacan: la falta de inversión, la fuga masiva de profesores e investigadores que buscan mejores oportunidades en el extranjero, la obsolescencia, el robo y el vandalismo de equipos e instalaciones, y un insuficiente financiamiento de la investigación.
Sobre este último aspecto citemos solo un ejemplo: para el año 2000, el Consejo de Desarrollo Científico y Humanístico de la Universidad Central de Venezuela financió con sus recursos presupuestarios un total de 230 proyectos de investigación; para 2018 esos recursos apenas alcanzaron para sufragar 13.
A partir de 2024, el ministerio de Ciencias y Tecnología otorga directamente el financiamiento, restando esta facultad autonómica a las universidades nacionales. Ese mismo año se financiaron 28 proyectos de investigación.
Caída del ‘ranking’
La suma de factores ha mermado la capacidad de las universidades venezolanas para producir investigación de calidad y relevancia internacional. De hecho, en poco más de un cuarto de siglo la contribución de Venezuela a la producción científica regional cayó del 4,3 % (1997) al 0,5 % (2024).
En 2015, las 50 universidades latinoamericanas y caribeñas más prestigiosas de la región, según el ranking elaborado por la empresa Quacquarelli Symonds (QS), se agrupaban así (por países):
- Brasil ocupaba el primer lugar, con 17 universidades.
- Chile y Argentina compartían el segundo lugar, con 8 cada una.
- México ocupaba el puesto 3, con 7.
También entraban cinco universidades colombianas, tres venezolanas, una peruana y una costarricense. Ese año, el total de universidades recensadas fueron 396.
La Universidad Central de Venezuela (UCV) ocupaba el puesto 32, la Universidad Simón Bolívar (USB) el 34, y la Universidad Católica Andrés Bello (UCAB) el 48. Mientras que las dos primeras son instituciones públicas que dependen del presupuesto del Estado, la UCAB es de gestión privada.
Países que colocan a sus universidades en el Top 50
En el más reciente ranking QS para América Latina y el Caribe, con datos de 2024 y publicado en 2025, se evaluaron 437 universidades. Brasil mantiene el primer lugar con 13 universidades entre las 50 primeras. Chile sigue segundo y aumentó su cuota a 10. También México conservó su lugar, el tercero, con 7.
Colombia aumentó su participación de 5 a 6 universidades, mientras que Argentina la redujo de 8 en 2015 a 5 en 2025. También aparecen en este Top 50 instituciones de Perú (2), Ecuador (2), Venezuela (1), Costa Rica (1), Puerto Rico (1), Uruguay (1) y Cuba (1).

Venezuela pierde fuelle
Para 2024, la presencia venezolana en el grupo de las mejores universidades de la región se ha visto reducida de 3 a 1. Solo la Universidad Central de Venezuela se mantiene entre las 50 mejores de la región. La Universidad Simón Bolívar y la Universidad Católica Andrés Bello se ubican ahora en posiciones más bajas (la USB en el puesto 51 y la UCAB en el 72).
Otras universidades venezolanas, como la Universidad del Zulia (LUZ) y la Universidad de Los Andes (ULA), han quedado mucho más rezagadas. LUZ ocupa el puesto 145 y la ULA, el 149.
Falta de presupuesto
La asignación presupuestaria por parte del Ministerio de Educación Universitaria lleva años siendo deficitaria. Apenas alcanza a cubrir un pequeño porcentaje de lo solicitado por las instituciones. Dos ejemplos: en 2025, la ULA y la UCV recibieron poco menos del 4 % del presupuesto que pidieron.
En el caso de la ULA, el proyecto de presupuesto para 2024 fue de 4 300 millones de bolívares, de los que se aprobaron 763 millones (el 17,8 %). Con el agravante de que el 84 % (614 millones de bolívares) del monto aprobado se destinó a sueldos y salarios, pagados directamente por el Estado al personal universitario. De esta manera, la universidad pierde la autonomía financiera reconocida en la Constitución venezolana (artículo 109).
Con el saldo restante de 149 millones de bolívares (3,4 % del presupuesto originalmente solicitado) se cubren gastos de mantenimiento, providencias estudiantiles, financiamiento a la investigación, reposición de equipos, etcétera. La variación constante del precio del dólar, por ser una economía inflacionaria, disminuye el valor real del presupuesto finalmente recibido.
Contar con menos recursos ha provocado el deterioro de los servicios de transporte estudiantil, comedores, becas, reposición de equipos y membresías a bases de datos y revistas internacionales, además de impedir la actualización tecnológica necesaria para una educación de calidad.
Cerebros en fuga
La fuga de cerebros ha dejado a muchas facultades y escuelas con un profesorado envejecido e insuficiente. Según la Asociación de Profesores de la Universidad Central de Venezuela, desde 2024 el número de docentes se ha reducido en un 25 %. Esto, junto con la precariedad salarial y la falta de incentivos, ha debilitado la capacidad docente y de investigación. Este fenómeno se agrava por la falta de políticas de retención del capital intelectual y de vinculación de las universidades con el sector privado para fortalecer la investigación, la innovación y el desarrollo.
Además, la crisis ha impactado en la matriculación de estudiantes, con una reducción significativa en la población universitaria debido a la migración, la necesidad de trabajar para subsistir y la insuficiencia de becas. Adicionalmente, los estudiantes enfrentan altos
En conclusión
Las dificultades que atraviesa la educación superior en Venezuela afectan a la calidad de su enseñanza, su capacidad investigativa y al mantenimiento de sus infraestructuras. Y esas carencias quedan reflejadas en su posición en los rankings internacionales.
Para revertir esta situación, es urgente implementar políticas de Estado que atiendan las demandas presupuestarias y promuevan la renovación institucional, la inversión en investigación y la retención del talento académico.
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