Republica del Zulia

Julio Portillo: Necesitamos entonces promover el regionalismo como protesta al excesivo centralismo en todos los órdenes. Tenemos que despertar la conciencia política de la provincia.

miércoles, 4 de junio de 2025

La penetración china, una amenaza a la industria local


La reinventada “Ruta de la Seda” en una primera etapa se remonta al siglo II a.C., en tiempos del emperador Wu de Han y del enviado especial el General Zhang Qian enviado como Embajador a las regiones occidentales de Asia Central con fines militares y defensivos, en busca de aliados contra la amenaza de los Xiongnu (nómadas de Mongolia). Siglos después, en el XIII, una segunda etapa, con fines comerciales, se le atribuye a Marco Polo un viaje de 24 años, desde Venecia hasta Asia, pasando por diferentes lugares como Armenia, Persia, Afganistán y las montañas Pamir, la búsqueda de nuevos mercados de exportación; hoy en día en el siglo XXI, en una nueva fase la Ruta de la Seda se ha invertido y China, luego de África, descubre a Latinoamérica como una gran fuente de recursos naturales para su desarrollo interno, un gran potencial comercial para sus exportaciones y un poder adquisitivo considerable frente a mercados restringidos como Europa y Estados Unidos. 

En su geopolítica comercial, la creciente penetración comercial de China en América Latina y el Caribe, y particularmente en Venezuela, ha pasado de una “Espada de Damocles» a convertirse en un factor decisivo en la quiebra y desaparición de nuestra industria nacional al haber sacado de mercado industria conocidas, ya arraigadas como la textil, manufacturera, del calzado, de juguetes incluso la automotriz por recordar solo algunas, por causa de una falta de políticas proteccionistas del Estado.

Las ventajas competitivas de China frente a Venezuela son abrumadoras, debido a diferencias fundamentales en los modelos económicos, estructuras productivas, respeto a los derechos laborales y entornos geopolíticos, lo cual representan una amenaza significativa para la independencia económica y la autonomía financiera del país. Si bien las inversiones y préstamos chinos han proporcionado un alivio a corto plazo para una economía debilitada, la naturaleza de esta relación bilateral plantea serios riesgos de dependencia y pérdida de soberanía. La salida de Chevron, aunque crea un vacío en la industria petrolera, amplifica la posibilidad de que China consolide su influencia en un sector estratégico, acentuando estas amenazas.

La industria petrolera venezolana se encuentra en un estado crítico al no llegar por sí sola al millón de bdp, debido a años de subinversión, mala gestión, corrupción, con varios expresidentes presos, en el exilio o fugados y para remate las sanciones internacionales. Esta debilidad estructural hace que el país sea particularmente vulnerable a la influencia extranjera y la convierte en un objetivo propicio para actores que buscan asegurarse recursos geoestratégicos. La drástica caída de la producción, el deterioro de la infraestructura y la falta de inversión interna, obligan a Venezuela a buscar apoyo externo, lo cual, en el caso de China, se ha traducido en una dependencia creciente.

Las prioridades de China en Venezuela se centran en la exportación de sus manufacturas vs la importación de recursos naturales, la seguridad energética y la transnacionalización de su economía para expandir su esfera de influencia. Esta estrategia, aunque beneficiosa para China, se traduce en una serie de peligros para Venezuela:

China ha invertido en el sector petrolero entre 2000 y 2017 cerca de 62.631 millones de dólares, siendo 45% de los préstamos a América Latina. Esta dependencia financiera y material compromete la capacidad de Venezuela para controlar y diversificar la explotación de sus propios recursos. Si bien los préstamos chinos a menudo tienen menos condiciones iniciales en comparación con los de instituciones occidentales, la magnitud de la deuda venezolana con China (60.000 millones de dólares) puede empujar al país a una «trampa de deuda». Lo peligroso de esta situación puede resultar en un incumplimiento de pagos, lo cual a su vez otorga a China una palanca considerable sobre la política económica venezolana y restringe su autonomía financiera. 

La necesidad de asegurar el pago de esta deuda es una prioridad para China, lo que condiciona cualquier nueva inversión y presiona a Venezuela a aumentar la producción petrolera. Los bancos chinos permiten a China obtener garantías en los pagos de petróleo, lo que amplía su acceso a recursos estratégicos y condiciona a Venezuela su capacidad para comercializar libremente su petróleo. Esto implica que una parte significativa de la producción petrolera venezolana ya está comprometida con China, limitando la generación de ingresos propios y la diversificación de clientes.

 La relación comercial se basa esencialmente en que China exporta bienes manufacturados y Venezuela exporta materias primas. Esta estructura fomenta una excesiva dependencia de la extracción de recursos naturales en detrimento de actividades de mayor valor añadido. Además, la concentración de inversiones chinas en el sector petrolero no promueve una diversificación económica sostenible en Venezuela, perpetuando su vulnerabilidad a las fluctuaciones del precio del petróleo y consolidando una monoproducción. La salida de Chevron, si bien es un golpe para la industria petrolera venezolana, abre una oportunidad para China de aumentar su participación. China tiene la capacidad financiera y el interés estratégico para invertir, lo que podría llevar a una mayor profundización de la dependencia.

Con la salida de Chevron, el gigante asiático se perfila como el actor más probable para intentar reimpulsar la industria petrolera, lo que podría llevar a un casi monopolio de inversión y financiación. Esto limitaría la soberana capacidad de Venezuela para negociar términos más favorables con otros socios y diversificar sus fuentes de capital.

Las sanciones han sido un obstáculo significativo. La capacidad de las empresas chinas para evadir sanciones de Estados Unidos y comprar crudo venezolano a través de terceros representa una oportunidad para Venezuela a corto plazo, pues permite mantener un flujo de ingresos. Sin embargo, a largo plazo, esta práctica puede mantener a Venezuela aislada de los mercados tradicionales y perpetuar su dependencia de China como único comprador significativo, a menudo a precios descontados. En este contexto, la infraestructura petrolera está en estado crítico, requiriendo una inversión masiva a largo plazo. Además, la considerable deuda de Venezuela con China y la necesidad de relajar las condiciones de pago brindan a Venezuela una base para negociar términos más favorables en futuras inversiones, evitando una mayor profundización de la «trampa de deuda».

La penetración económica de China en Venezuela representa un peligro para la independencia económica y la autonomía financiera. La dependencia de los préstamos chinos y la orientación hacia la exportación de materias primas a China han consolidado un modelo de desarrollo que limita la diversificación, genera una deuda insostenible y somete a Venezuela a la influencia política de Beijing.

La salida de Chevron podría ser vista como una oportunidad para que Venezuela reevalúe y reequilibre sus relaciones económicas internacionales, Sin embargo, el «reimpulso» de la industria petrolera nacional, con la ayuda china, si no se maneja con cuidado, profundizaría la dependencia. para salvaguardar la independencia económica y autonomía financiera.

Estratégicamente, hay necesidad de diversificar los socios comerciales y financieros: No depender exclusivamente de China; negociar efectivamente las condiciones de la deuda existente y de futuras inversiones, a los fines de evitar caer de forma más profunda en la «trampa de deuda»; Priorizar la reconstrucción interna de la  infraestructura petrolera, con un enfoque en la capacitación y autonomía técnica; así como desarrollar una estrategia económica integral que promueva la diversificación más allá de las materias primas, es una tarea a cumplir. De esta forma se reafirmaría nuestra soberanía en la toma de decisiones políticas y económicas, como una estrategia para resistir presiones externas que comprometan los intereses nacionales.

Solo a través de una estrategia consciente y proactiva, el país podrá evitar que la incursión china en nuestra economía se convierta en un nuevo yugo, que socave nuestra independencia económica y autonomía financiera a largo plazo, muy distinto al tan denigrado imperio norteamericano

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