Elige lo que te abre a los otros, a nuevas experiencias, a diversas alegrías. Evita lo que te encierra y entierra. Fernando Savater.
El venezolano, en general, ha demostrado tener conciencia de su propio valor. Es inteligente y talentoso, aunque, por otro lado, a veces luce indisciplinado e inconstante. No deja de resultar paradójico que en una época tan oscura para el país, muchos compañeros brillan con luz propia, salvando la honra de nuestro gentilicio, diferenciándose de la barbarie que se empeña en encapsular todo en esquemas comprobadamente fracasados, de los que alejados de todo progreso, pretenden una reedición falsificada de nuestra historia.
La mediocridad instalada con solemnidad, la indecencia y la impudicia como expresión de un pretendido liderazgo y la ineficiencia y la inmoralidad como práctica política, contrastan con los principios, valores y perfiles que nos caracteriza como pueblos; que triunfa a pesar de los despropósitos oficiales. La ciencia, las artes, el deporte, el ejercicio profesional en cualquier área del conocimiento, en fin, el desarrollo de la inteligencia y el talento venezolanos hoy se extienden por el mundo demostrando lo que verdaderamente somos y no eso que vergonzosamente nos dirige y se exhibe fanfarronamente en las giras e invitaciones oficiales.
Aunque, carentes de toda ética, quieren hacer aparecer el destello de nuestros connacionales como si fuera el producto de la política oficial. Intentos vanos de apropiarse de glorias ajenas. Así son los mediocres, así actúan los ácaros de la política. Benjamin Franklin sentenciaba “que el día que los pícaros descubran las bondades de la honestidad, serán honestos por picardía” y Jose Ingenieros nos confiesa que es más contagiosa la mediocridad que el talento.
Los venezolanos que han puesto muy en alto el estandarte de la Patria, que son muchos, tendrán siempre su sitial de honor. Por méritos propios, no por la sombra brutal de los mediocres. Frente a cada forjador de ideales se alinean impávidos mil Sanchos, repetía Ingenieros, como si para contener el advenimiento de la verdad hubieran de complotarse todas las huestes de la estulticia.
Mientras en el país se siguen levantando las carpas para los espectáculos circenses, existen venezolanos capaces de distinguir entre las payasadas y las verdaderas virtudes. Empeñados en dar lustre a la Patria, evitando el encierro y el entierro, confiados en que un nuevo sol dispersará las nubes de la mediocracia.
nevillarin@gmail.com
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