El tema no es para un solo artículo, sino para un libro o varios. Como periodista, decido compartir algunas ideas que tal vez orienten, o ayuden a pensar con seriedad y sinceridad, la cuestión que abordo. La democracia, como régimen tiene todos los años del mundo, existe desde los griegos para acá; el autoritarismo lo hay, también desde siempre. Una de las diferencias es que, mientras se buscó durante muchos años y épocas, profundizar, mejorar, comprender y estudiar la democracia, se prestaba poca atención al autoritarismo como “perversión de la función de autoridad”. (1) Pensemos en el autoritarismo ejercido por los padres en la familia, o los hombres en contra de las mujeres; en algunos trabajos, en el campo, en las fábricas, también los oficios domésticos. No había interés, ni tampoco prisa por estudiar el tema. Se veía como algo normal. No hubo preocupación por reflexionar, menos analizar esa perversión. Se aceptaba y se adoptaba en muchas sociedades y familias.
Fue, sin duda, el nacional-socialismo y el comunismo, establecidos y padecidos en el siglo XX, con aspiraciones de perpetuación, por siempre y para siempre, lo que dio un impulso fuerte al estudio de esa perversión. Muchos intelectuales, políticos, filósofos y, otros pensadores se empezaron a preocupar por investigar y desmenuzar el problema. Hubo, por otra parte, movimientos democratizadores en la década del 60 del siglo pasado, que sin duda contribuyeron a plantearse la cuestión en torno a la manera de ser autoritaria. (El ethos) Entre ellos: el Poder joven, lo Negro es bello, la contra cultura, los movimientos feministas, la Guerra de Vietnam y la condena mundial a este proceso, la contestación educativa y el mayo francés. Alcanzó popularidad con la acción y los libros del filósofo Hebert Marcuse en los Estados Unidos, quien pregonaba la libertad educativa. Mientras eso ocurría se iniciaba, la Renovación Universitaria, aquí en Venezuela. Otros movimientos comenzaron y se desarrollaron al mismo tiempo: el grupo, inicialmente musical y que se expande como los “hippys”. La píldora anticonceptiva, popularizada en ese momento, Momentos de rebelión, en la búsqueda del ¿por qué? pusieron el foco en lo que originaba muchos de los problemas: el autoritarismo. Desde la progresista Escuela de Frankfurt, (neo marxistas) se inició la discusión al respecto, después de la Segunda Guerra; fue Teodoro Adorno quien le dio forma concreta al problema con su libro: “La Personalidad Autoritaria”. Por su parte la filósofa, también alemana y judía, Hanna Arendt contribuye a clarificar la cuestión en su obra “Los orígenes del totalitarismo” donde plantea el drama concretamente. Lo reafirma, en otro libro: “La banalidad del mal” para llegar a su obra cumbre, (Esto según mi opinión,) “La condición humana”. La cuestión desde mi perspectiva, pareciera simple, al análisis: en el sistema del autoritarismo, los problemas se resuelven de forma “fácil y rápido”.(Atención con esto) En el sentido de que, la instrucción es, aparentemente, sencilla: “Yo mando, tu obedeces” o, como ordenaba Mussolini: “obediencia ciega y rápida”. Es decir, nadie tiene derecho a pedir explicaciones, exteriorizar dudas, hacer preguntas, cuestionar las órdenes. Hay que asumir y aceptar lo que se dice. Una instrucción recibida es suficiente para decidir y actuar; mientras que, en democracia hay que escuchar todas las opiniones, a pesar de ser contradictorias y diferentes. Esperar el debate para tomar decisiones, que haya una aproximación al consenso o a la mayoría; deberá decidirse también, cuál es la fórmula para continuar, aprobar, rechazar, suspender la discusión; lo que implica tiempo, capacidad de negociación, comunicación e información. Especialmente, se requiere de un “espacio de convivencia”, donde haya garantías de que nadie será, hostigado, perseguido, maltratado o juzgado, por haber expresado opiniones, especialmente cuando se está en minoría, y aparece el Estado-Gobierno como la gran autoridad.
Puede una darse cuenta, al reflexionar al respecto: la complejidad y las dificultades que implica para la sociedad democrática la construcción y elaboración de todas las áreas y políticas necesarias, democráticamente. Además de lo señalado, esas personas tienen qué ser democráticas esencialmente, tolerantes, pacientes y dispuestas a convivir con conceptos, ideas, propuestas diferentes, que se adoptan pensando en el bienestar general, por encima del individual. Eso implica la democracia, es un estado riesgoso, nadie puede asegurar que todo saldrá bien, sin embargo, la voluntad general, de lado de los postulados democráticos, el deseo de respetarnos unos a otros y de avanzar, es parte del impulso necesario para la democratización de una sociedad, o de algunos aspectos dentro de la misma: desde la familia, pasando por los trabajos y escuelas. Apostar por la democracia, es el deber ser de la sociedad actual. Contribuir con la definición y conceptualización, ampliación y mejoría de la democracia activa, resulta un imperativo para los ciudadanos de bien.
Cada día habrá que hacer una revisión individual, para saber si en efecto hemos actuado democráticamente, o si por lo contrario nos comportamos como autoritarios. Hay gente cómoda: prefieren no polemizar, ni debatir. Aceptan lo que sea con tal de no tener conflictos. No son todos, sin embargo, hay ciudadanos conformistas. Demasiados para mi gusto. Pero, eso es lo que hay. Hay que trabajar para salir airosos en el reto entre democracia y autoritarismo.
¡Siempre con el Favor de Dios!
El Dr. Hugo Callelo es el autor de la definición sobre el autoritarismo.
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