Durante años, el chavismo logró sostenerse con mayoría en las urnas, pero ese dominio electoral se cimentó desde el inicio en la manipulación del aparato estatal y la represión sistemática contra voces disidentes. Hugo Chávez no solo fue un líder carismático: fue el principal artífice de un modelo autoritario que utilizó el descontento social de los años noventa como plataforma para instaurar un régimen que concentró poder, criminalizó la protesta y desmanteló instituciones democráticas.
Por infobae.com
En su última elección presidencial, en 2012, Chávez obtuvo más de 8,1 millones de votos, con una participación que superó el 80%, en un proceso ya marcado por serias desigualdades entre el oficialismo y la oposición.
Pero el mito del chavismo como fuerza de masas comenzó a desmoronarse con su muerte y se profundizó bajo el mandato de Nicolás Maduro, quien heredó no solo el poder, sino también la represión como método de gobierno. A lo largo de su gestión, las denuncias por violaciones a los derechos humanos, fraudes electorales y persecución política se multiplicaron, y la desconexión con el pueblo quedó en evidencia en cada elección posterior. Hoy, los números ya no acompañan: el chavismo ha perdido más de la mitad de los votos que una vez lo sostuvieron y sobrevive apelando al control institucional, al miedo y al aparato represivo del Estado.
Cuando Maduro asumió el poder tras la muerte de Chávez en 2013, heredó un país polarizado, pero aún movilizado. En su primera elección como candidato, ganó con 7.517.999 votos, apenas un punto por encima del opositor Henrique Capriles.
Desde entonces, el retroceso del chavismo se volvió estructural. El régimen, en vez de corregir los excesos del pasado, los profundizó: estatizaciones ineficientes, corrupción institucionalizada, criminalización de la disidencia, ataques a la prensa libre y un control absoluto de los poderes públicos.
La evolución del voto chavista retrata esa decadencia, según un análisis independiente de Votoscopio.com
2012 (Presidencial, Chávez): 8.184.383 votos
2013 (Presidencial, Maduro): 7.517.999 votos
2015 (Asamblea Nacional): 5.599.025 votos
2017 (Regionales): 5.688.551 votos
2018 (Presidencial, cuestionada): 6.288.430 votos
2020 (Asamblea Nacional, con alta abstención): 4.331.388 votos
2021 (Municipales y regionales): 4.070.169 votos
2024 (Presidencial): 3.316.142 votos*
*Con más del 83% de mesas escrutadas.
El descenso representa una pérdida de casi cinco millones de votos en doce años. Y eso, en un contexto donde el chavismo maneja todos los resortes del poder, incluyendo el árbitro electoral, los medios públicos, las milicias armadas y una red clientelar financiada con recursos del Estado.
Una parte de la erosión chavista se explica por la migración masiva. Desde 2015, más de 8 millones de venezolanos han abandonado el país, empujados por la emergencia humanitaria.
Otros, dentro del país, han optado por el silencio, la abstención o el desinterés. La represión, las amenazas y la falta de garantías reales han debilitado la participación, pero incluso dentro de esas condiciones adversas, los números revelan un rechazo inapelable al régimen. Ni siquiera el aparato de control social —CLAP, carnet de la patria, bonificaciones estatales— ha sido suficiente para conservar fidelidad política.
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