El Departamento de Seguridad de Estados Unidos confirmó el traslado del venezolano Merwil Alberto Gutiérrez Flores, de 19 años de edad, hacia el Centro de Confinamiento del Terrorismo (Cecot), en El Salvador.
En un comunicado difundido en su página web este lunes 12 de mayo, el DHS acusó a Merwil de ser miembro del Tren de Aragua. “Sus antecedentes penales incluyen posesión de un arma de fuego en terrenos escolares y dispositivos de alimentación de municiones”, dice parte del texto.
Asimismo, las autoridades acusan a Gutiérrez de tenencia delictiva de objetos robados y tenencia ilícita de ciertos dispositivos de alimentación de munición.
El DHS aseguró que la patrulla fronteriza detuvo a Merwil el 21 de junio de 2023 en El Paso, Texas, por ingresar ilegalmente a Estados Unidos, pero fue puesto en libertad bajo las políticas de la administración del demócrata Joe Biden.
Posteriormente, el 24 de febrero de 2025, agentes de Inmigración y Control de Aduanas (ICE, por sus siglas en inglés) arrestaron a Merwil en Nueva York y el 15 de marzo lo enviaron al Cecot.
«Bajo nuestro sistema de inmigración atrasado, a este extranjero ilegal criminal se le permitió vivir en nuestro país y aterrorizar a nuestras comunidades hasta su audiencia de inmigración del 1 de febrero de 2027», finalizó el comunicado del DHS.
«Es un secuestro»
A pesar de las acusaciones del gobierno de Donald Trump contra el joven venezolano, sus familiares niegan que pertenezca al Tren de Aragua.
Wilmer Gutiérrez, el padre de Merwil, aseveró a AFP que el día de su detención, los agentes le preguntaron por el nombre de otra persona. Después de comprobar su identidad, uno de los agentes le dijo que se podía ir, pero otro decidió detenerlo, junto con otras dos personas.
La última vez que habló con su hijo cuando estaba retenido en un centro en Texas, éste le anunció que al día siguiente le deportarían. Ambos supusieron que sería a Venezuela.
«Cuando nos enteramos que llegaron esos vuelos a El Salvador (…) pensamos que él está allá (…). No estábamos seguros aún, pero tampoco estábamos como claro (seguros), de que lo hubieran mandado a Venezuela, porque no iba a salir ningún vuelo», rememora este hombre de 40 años, padre de otras dos hijas. Una de ellas, Wisleydy libra la batalla para la liberación de su hermano en Venezuela.
Hasta que se divulgó una lista del gobierno estadounidense con el nombre de los deportados a El Salvador en la que figura su hijo, no lo supo con seguridad.
Merwil tenía «asilo radicado», dijo a la AFP la abogada Ana de Jesús de la organización Inmigración al Día, que considera que lo que ha pasado es «horrible».
Junto con otras organizaciones de defensa del inmigrante, están considerando presentar «una orden judicial de mandamus».
«Independientemente de que se pueda hacer algo o no, lo que estamos intentando es hacer ruido, presión pública porque lo que se está haciendo -no siguiendo el debido proceso de ley, no permitiéndonos ayudar a nuestros clientes – simplemente es un secuestro», dijo De Jesús.
Merwil, apasionado por la «ropa y los zapatos», no tiene tatuajes, uno de los criterios esgrimidos por el gobierno estadounidense para proceder a detenciones de los supuestos miembros del Tren de Aragua.
«Si cometieron un error en este país, pues que lo paguen en este país o lo manden a su país», dice Wilmer que desde que llegó a Nueva York trabaja de noche, como hacía su hijo, en un almacén de paquetería cerca del aeropuerto. La noche de su detención estaba libre.
«Ese sueño (de venir a Estados Unidos) se convirtió pesadilla. Era bonito mientras veníamos. La lucha que hacíamos. Si me lo regresan acá, me iría con él. Y si lo regresan a Venezuela (…) yo agarraría mi maleta y me voy», dice.
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