Que de cosas “heroicas”, pero terribles, no se ha dicho del temido, Tren de Aragua.
Una organización criminal que tiene en su haber, una intrigante trama de fechorías, “hechas en revolución”, puestas a rodar, en los escenarios delictivos del continente, y del gran imperio Yanky.
Por cierto, cortejada por rancios izquierdistas, mercaderes y lambiscones latinos y europeos, pero combatida “a muerte”, por un obsesionado y loco Donald Trump, la CIA, el FBI, y los gobiernos, víctimas de sus atrocidades.
A medida que se destapan sus deleznables acciones, crece la extensa tela de cortar, que ha ido tejiendo en los caminos vecinos y del norte, con su secuela de crímenes, de venenosas y terribles coartadas.
Quien iba imaginar, que un descolorido sindicato de trabajadores de ferrocarriles del centro del país, nacido al calor de los proyectos del Fondo Chino Venezolano, básicamente, del Plan Socialista Nacional de Desarrollo Ferroviario Nacional, que conectaría a Venezuela por los cuatro costados, lograra convertirse, con el correr de los años, en tan afamada y temida “franquicia” criminal internacional.
Se dice que sus fechorías arrancan con la expansión del Sindicato Bolivariano del Tren de Aragua-Carabobo, primero, con el cobro de vacunas, por ingresar trabajadores a la obra, y luego, con el hurto de materiales de la empresa, para revenderlos en el mercado negro.
Tras imponer su yugo socialista en la zona, la organización, pasó a llamarse a secas: “Tren de Aragua”, nombre con el inició, su meteórica metamorfosis delictiva, en la región central del país, fundamentalmente, desde la cárcel de Tocorón.
Con la paralización del proyecto ferrocarrilero, y la salida de los técnicos chinos, debido la corrupción generalizada, los jefes del Tren de Aragua, vieron menguados sus ingresos, y es cuando deciden dejar la matraca sindical e incursionar de lleno, en delitos como el robo, el secuestro, la extorsión. Posteriormente, se incorporarían, al crimen por encargo, la prostitución y el narcotráfico.
En contacto con los colectivos que custodiaban las cárceles, contribuyen a engendrar ese otro fenómeno delictivo, “Hecho en Socialismo”, llamado “ el pranato”, detestable oficio de los “guapos y apoyados” reos, que controlaban las cárceles, y sometían a su población penal.
Es cuando aparece en escena, esa figura señera del delito, Héctor Rusthenford Guerrero Flores, mejor conocido como “El Niño Guerrero”, protagonista de un amplio prontuario hamponil.
Según las crónicas policiales, de joven estuvo ligado al crimen, y en el 2001 con apenas 18 años fue reclutado para formar parte de los círculos bolivarianos y entrenado con los colectivos para defender a la revolución. En el 2005, decidió formar tienda aparte, con sus propias fechorías y sigue “vivito y coleando”, en el medio delictivo, como se dice popularmente.
De acuerdo con las revelaciones de prensa, todo se confabuló en el el año 2012, con la llegada del hoy defenestrado dirigente del pesuve, Tarek El Aisami, a la gobernación del estado Aragua, para que se aglutinaran y expandieran la fuerzas del mal, en torno al “Niño Guerrero”.
El otrora encumbrado ex ministro del régimen, era señalado de ser agente iraní y de tener una activa conexión con grupos terroristas internacionales, como Hezbolá, Isis y Hamas. Se dice que desde la gobernación, se ocupó de contactar a las bandas de la región, como el Tren de Aragua, para tener la delincuencia a su favor, y poder controlar mejor, a su convulsionada entidad.
Se especula igualmente, que es a partir de allí, cuando se piensa en exportar el crimen organizado venezolano y sus terribles secuelas, a otras regiones del continente. Pero sobre todo, a Estados Unidos, a los fines de desestabilizar los gobiernos de esos países.
Y para no ser advertidos, surgió la idea del histórico Caballo de Troya, claro que no, con la épica picaresca de los griegos, sino al estilo truculento del éxodo del Mariel de 1980, urdido por Fidel Castro, para llevar a territorio estadounidense, a centenares de criminales cubanos, camuflados entre miles de inmigrantes.
En esta oportunidad, “lo hicieron a la calladita, sin tanta fanfarria. Mandaron un Tren para cada país de Suramérica, otro por el Darién, una parte se quedaría entre Centroamérica y México, otra Europa y el resto entraría a EE.UU. para desestabilizar y volver loco al imperio”.
Por cierto, la CIA y el FBI dieron cuenta, que al menos, 1800 miembros del Tren de Aragua, fueron detectados en sus pesquisas, sobre la inmigración venezolana en ese país.
No obstantes, los voceros del régimen, aseguran que ya no existe, ni un solo rastro de esa organización delictiva, ni el país, ni en ninguna en otra región del continente.
Pero sus afectos, no opinan lo mismo, cuando sorprenden a los desprevenidos transeúntes de Sabana Grande, con este comprometedor mensaje: “Maduro vida mía, tú si eres arrecho. ¡Viva el tren de Aragua!”. ¿”Auto-suicidio”, como diría CAP?. ¿Saquen ustedes sus propias conclusiones?
Semana y El Tapete.
ezzevil34@gmail.com
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