Republica del Zulia

Julio Portillo: Necesitamos entonces promover el regionalismo como protesta al excesivo centralismo en todos los órdenes. Tenemos que despertar la conciencia política de la provincia.

viernes, 21 de marzo de 2025

Trump y su política exterior “disruptiva” Oscar Hernádez Bernalette


En política, sea nacional o internacional, hay que estar preparado para cualquier desconcierto. El academicismo muchas veces trata de ser tan preciso, basado en el análisis comparativo y en la lógica, que muchas veces  se pierde en la película de los verdaderos “insights” cuando menos se lo imagina. El mundo dio un giro disruptivo, antes de lo  que esperábamos. Nadie pensó en este  drástico Trump. Quien escribe pensó que si retornaba a la Casa Blanca intentaría seguir algunas de las políticas de su primer mandato, aún vigentes para su línea de pensamiento, pero, toda vez su previa experiencia y su edad (78), en donde la nobleza y la magia por dejar un legado amable debe imperar,  está enfilado a una acción muy personal y muy ruda en su búsqueda de lograr el MAGA. Temas como el de Canadá, Groenlandia, Ucrania, Europa, México  el trato a Biden , migraciones, la “Ley de enemigos extranjeros”,  incluyendo el TGA, no dejan de asombrar al analista acucioso. En estos próximos cuatro años  que tiene por delante, ¿dejará una nación más próspera, más democrática y un mundo más seguro? Está por verse.

Lo que sí es cierto, es que el actual presidente de los Estados Unidos, con  la economía más próspera del planeta, con  el ejército más poderoso y la nación baluarte de la democracia en el mundo, arrancó con una política exterior que deja perplejos a líderes políticos, académicos y la población en general. El hombre se lanza, como diría Francisco Velásquez, al estilo del  “burócrata  disruptivo” a sacudir el frágil orden internacional, sin mayor anestesia y convirtiendo a la mejor tasada democracia del planeta en una frágil estructura a punto de transformarse en una autocracia al estilo de algunos regímenes latinoamericanos. ¡Todo el poder para el presidente! No son pocos los hechos que nos hacen asumir esta premisa.

 En Venezuela conocemos lo que es gobernar por decreto, la mayor fórmula para desprestigiar a las democracias desde el ejecutivo. El Presidente Trump, en menos de dos meses ha firmado más decretos presidenciales que los últimos tres inquilinos de la Casa Blanca, incluyendo su primer periodo. Trump quiere dejar poco espacio para los contrapesos.

Una pregunta obvia. ¿Qué  es lo que le pasa por la mente? ¿Qué   busca con esta extraña conducta que no se parece a la tradicional política exterior de los Estados Unidos, por lo general  partisana, coherente y con una visión de mundo prooccidental? Nadie se podría imaginar que los Estados Unidos llegaría a votar en Naciones Unidas al lado de Corea del Norte, Rusia, Nicaragua, Cuba, entre otros pocos, en una resolución contra Ucrania. Hace unos meses, independientemente de quién ganara las elecciones en los Estados Unidos, ningún analista previno el giro de Washington ante Ucrania, la actitud  de maltrato contra Canadá y la guerra de aranceles entre miembros de la mejor Alianza comercial del planeta como lo ha sido ESCAM, originariamente Nafta. El coqueteo con Putin, la obsesión por Groenlandia, entre otras, deja mucho por reflexionar y, por qué no decirlo,  de qué preocuparse. Estamos ante un nuevo orden internacional, sin cortavientos, brusco, con una lógica que debemos analizar para ver si entendemos en dónde estamos y para dónde vamos.

Estilos o nueva ideología

Sin duda hay muchas maneras de gobernar. Con visión ideológica, de partido o con una visión personal hacia dónde debe ir el mundo. En otras palabras, unos gobiernan como se debe en una democracia, o se gobierna como me da la gana. Unos gobiernan con equipos y escuchan, otros gobiernan con equipos que confirmen el “yocreísmo”. En esta nueva etapa no estamos claros hacia dónde va los Estados Unidos, pero ciertamente no va en la misma dirección del pasado más reciente.

Ciertamente, las nuevas estructuras del NOI serán distintas. Podrá ser un híbrido del sistema internacional que se configuró después de la segunda guerra mundial. Un orden basado en reglas y con principios diáfanos. La búsqueda de la paz permanente y la seguridad internacional a través de lograr una seguridad colectiva. Principio que ha funcionado a pesar de guerras de alcance medio alrededor del mundo en los últimos 80 años,  no hemos llegado  a la tercera conflagración mundial  a pesar de la advertencia del Sr. Trump a Zelenski, ni se ha lanzado en una población civil una bomba atómica desde las que lanzó Estados Unidos a Japón al finalizar la segunda guerra mundial.

Otro principio en el que hemos estado inmersos es en la ampliación de las relaciones globales y bilaterales. Nunca habían proliferado tantos organismos internacionales y se habían escrito tantos acuerdos, unos vinculantes y otros no, entre los más de doscientos miembros de las Naciones Unidas. Todo este engranaje bajo el soporte del Derecho Internacional.

Especialmente a finales del siglo pasado, se generó un proceso de globalización que abrió mercados y dio oportunidades para la disminución de la pobreza y el crecimiento económico. Nunca había el planeta utilizado las herramientas del comercio y del sistema financiero como mecanismos  de acercamiento entre los países,  como en los últimos cincuenta años. La pregunta que nos hacemos,  ¿perdurará?, con el inicio de las guerras comerciales que se avecinan entre los Estados Unidos, China, Canadá ,México y otros países que tendrán que asumir ese mecanismo perverso, que a la larga perjudica a los países basados en el proteccionismo. Como afirma  el economista Juan Misle, “las medidas arancelarias aumentan el costo para los consumidores  y los negocios, aumentan la complejidad administrativa en las aduanas y desestimulan  la eficiencia económica global al distorsionar las ventajas comparativas entre los países”.

¿Qué  esperar?

De continuar esta tendencia nos enfrentaremos ante mercados  inestables, sin normas y sin predictibilidad para mantener un mercado global estable. No será bueno para las grandes potencias y generará incertidumbre en las  economías medianas y pequeñas. Estamos entonces ante una nueva realidad que nos llevará a la construcción de una multilateralidad limitada, fragmentación económica y desglobalización. La tendencia será entonces hacia la microbalización  (Guerras comerciales y tecnológicas, monedas alternativas al dólar, fortaleciendo las de los bloques regionales, como ASEA, Unidad Africana, entre otros).

Este nuevo orden se aceleraría por los designios de la nueva administración Trump, el debilitamiento de Europa, la derrota de Ucrania que es igual a la derrota del Derecho Internacional, la confrontación entre Estados Unidos y Canadá con China y Rusia sin contrapesos. Todo ello  fortalecerá lo que se denomina el “rice of the rest”, nuevos actores medios como Turquía, Egipto, Israel, Brasil, Arabia saudita etc.,  cabalgarán sobre las debilidades de Occidente, ante un Estados Unidos debilitado y desafiado.

Quedan otros escenarios por ser evaluados. La repartición de la torta entre grandes ejes: Estados Unidos, China y Rusia. Opción posible. Hay que esperar a ver los próximos acontecimientos y acomodos. Lo cierto es que el presidente Trump, como buen  jugador de cartas, puede sorprender al mundo  con un as de picas bajo la manga.

https://politikaucab.net/

No hay comentarios.:

Publicar un comentario