Guzmán Blanco expresó que Venezuela es un cuero seco, se pisa por un lado y se levanta por el otro. Hoy, ciento cincuenta años después podemos extrapolar su frase y decir: el Planeta Tierra es un cuero seco, se pisa por un lado y se levanta por el otro.
Porque, ¿qué tiene que ver Ucrania con Chevron? ¿O Rusia con Venezuela? ¿O la invasión de Rusia a Ucrania con los chips de Taiwán? Mucho, el mundo es un pañuelo.
No es casual que Rusia invada a Ucrania un 24 de febrero y a comienzos de marzo llegue un delegado norteamericano a Miraflores. La primera consecuencia de la invasión fue la búsqueda de nuevas fuentes energéticas por parte del mundo occidental para finalizar con la inmensa dependencia europea del gas ruso. Una dependencia que fue advertida como un error estratégico, aunque ustedes no lo crean, por el presidente Kennedy hace más de sesenta años.
Pero el final de la dependencia europea del gas ruso viene a dedo con la duplicación de la producción de gas en Estados Unidos por la lutita, o el “fraking” como dicen algunos. ¿Casualidad?
Europa es una salida lógica para el gas licuado que en volumen de cerca de dos millones de barriles diarios exporta USA. Ella compra buena parte de éste a un precio superior tres o cuatro veces más caro que el gas ruso. Muy caro porque el gas se licua a menos 162 grados centígrados, se coloca en metaneros que atraviesan el Océano Atlántico, y en sitio hay que regasificarlo para incorporarlo a los gasoductos.
Es decir, que aunque usted se sorprenda, Estados Unidos ha salido beneficiado con la invasión rusa. Una guerra que tal vez hubiera podido evitarse si Europa no hubiera insistido en ingresar en la OTAN a países fronterizos con Rusia, que equivale a colocar misiles rusos o chinos apuntando a USA, desde México. Basta recordar el borde de la guerra nuclear a que estuvo sometido el mundo por los misiles cubanos en 1962.
Por su parte Rusia busca recuperar su condición de imperio soviético. Con Putin la incipiente democracia rusa quedó atrás, y él aspira a gobiernos títeres y con serios déficits de democracia en sus países limítrofes. La nostalgia por recuperar imperios del pasado hace gobernantes peligrosos como Mussolini, que aspiraba recuperar el imperio romano y terminó aliado con Hitler. O el mismo Hitler que con la excusa su espacio vital (otra forma de imperio) invadió Checoslovaquia, Austria y Polonia, y dio pie a la catastrófica segunda guerra mundial.
El mundo es un pañuelo – o un cuero seco- por ejemplo, ¿qué tendría que ver el hambre de un niño paraguayo o venezolano con la hipotética e indeseable destrucción de Taiwán y su masiva producción de chips? Parece absurdo, pero sí podría haber una fuerte relación. Como “el aleteo de una mariposa” de la Teoría del Caos, que nos explica como pequeñas variaciones pueden tener grandes consecuencias.
Chevron
Trump acaba de revocar el permiso de Chevron para producir petróleo en Venezuela. Se trata de más de 220.000 barriles por día, aproximadamente el 25 % de la producción de Venezuela según cifras secundarias OPEP. Y según algunos especialistas, una renta de unos cuatro o cinco mil millones de dólares anuales para Venezuela.
Muchos están felices porque piensan que esto traerá consecuencias políticas. Y volvemos a caer en el campo de la especulación. Rusia e Irán padecen de sanciones en su negocio petrolero, y ahí están. O sea…
Lo que sí es seguro con la medida de Trump con Chevron, es una disminución severa del flujo de divisas, que disparará el dólar, generará una muy peligrosa inflación de tres dígitos y hambre y pobreza porque los ingresos declinarán aún más. Se verá afectada la economía de Venezuela. Hasta ahí… lo demás es especulación.
Por otra parte, aumentará el trasvase de crudo en altamar, se incrementará la venta de oro… pura sobrevivencia. El gobierno ya tiene experiencia.
Repartimiento del mundo
En 1945 se reunieron en Yalta los tres grandes, Stalin, Churchill y Roosevelt. Y así de simple, se repartieron el mundo. Es más, Roosevelt abandonó la reunión para reunirse con el Rey Saud de Arabia Saudita para solicitarle petróleo a cambio de seguridad. Por cierto, como Roosevelt era paralítico tenía dos sillas de ruedas en el buque, el rey tenía un problema en una pierna, y el presidente le regaló su silla de repuesto. Ese pacto de petróleo por seguridad – que por lo curioso podría recordarse como el pacto de las sillas de ruedas – ha funcionado por ochenta años. Y seguramente ha evitado guerras en el polvorín del medio oriente.
Otra forma de repartir el mundo, nada diferente a la que se dice pactarán Trump y Zelenski: te cambio tierras raras por protección. Nada ha cambiado.
Tal vez hoy se estén repartiendo el mundo los tres grandes: Putin, Xi Jinping y Trump. Trump podría decirle a Putin: – te cambio tu cinturón europeo (a excepción de las tierras raras de Ucrania) por el Caribe – donde ha perdido influencia de manera logarítmica. Y a China: – te cambio Taiwán por un trato comercial favorable.
¡Ah!, y Trump dejó a la OTAN entendiéndose, tal vez para que el camarada Putin no pierda su sueño de revivir su imperio soviético. Este pedacito para ti, este negocito para mí… esa es la historia del mundo.
Entre la vertiginosa comunicación tecnológica y las bombas atómicas, el mundo le va quedando cada día más pequeño a los tres o cuatro grandes. Como la piel de zapa de la novela de Balzac, que se iba encogiendo por la desmedida ambición de su dueño.
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