La manía de hablar siempre y sobre toda clase de asuntos es una prueba de ignorancia y de mala educación y uno de los grandes azotes del trato humano. Epicuro.
Dice la historia que los atenienses honraron la llegada de Pompeyo a su ciudad con esta inscripción: “tanto más Dios eres cuanto más hombre te reconoces”. Con ello querían recordarle que era un ser humano, mortal como todos.
Creo que los venezolanos debíamos hacer un juego de palabras, con perdón de los atenienses, y escribir a la entrada de Caracas, al comienzo de la trocha monumental de Gramoven, lo siguiente: “Tanto más hombre eres cuanto más Dios te crees” . Y es que en verdad ese en quienes ustedes están pensando y el otro que lo heredó, se han creído ciertamente inmortales, infalibles, predestinados por los dioses del Olimpo a ser uno de ellos o el sustituto del Dios de los cristianos aquí en la tierra, o el Mahoma de los musulmanes, olvidándose de la inescapable muerte. No hay duda que la divina providencia ha sido pródiga al proveerles de tantos recursos que han desbaratado y despilfarrado.
Supuestamente fueron enviados para echar a los mercaderes del templo, pero han destruído hasta el templo mismo. El amor por los pobres ha hecho que se multipliquen como si fueran panes. Su desfachatada gestión ha intentado crear el sentimiento de que ser rico es malo, cuando lo malo, en verdad, es ser pobre. Que había que volver al uso del “guayuco” el cual sería incorporado al próximo Escudo Nacional para que nos sintiéramos orgullosos de nuestros antepasados, mientras ellos usan vestimenta de Dior. Nos han hecho recordar que un camello correría mejor suerte al pasar por el ojo de una aguja que un rico llegar a las puertas del cielo.
Cuando el mundo quede liberado del satánico imperio de la inteligencia, gracias a la sabiduría de sus pensamientos los cuales serán inscritos en un librito rojo bíblico propuesto por una de sus fieles, habremos alcanzado la tierra prometida, no habrá más nada que buscar o hacer, sólo dedicarnos a la contemplación idílica de aquellos que se creen dioses.
Es que además, también tienen sus ángeles, arcángeles y serafines que andan por esta tierras predicando su fastidioso verbo, castigando con su látigo a los satánicos ciudadanos demócratas que por no entender sus obras quisieran crucificarlos. Vano esfuerzo porqué su reino no es de este mundo. Se consideran omnipotentes gracias a su entregado Consejo Nacional Electoral, su mortal espíritu de justicia, el apostolado de su Asamblea Nacional y a las pendejadas de la oposición.
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