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miércoles, 12 de febrero de 2025

Trump y sus cinco armas para dominar el mundo Por Antonio de la Cruz



“Dadme un punto de apoyo [palanca] y moveré el mundo” 

Arquímedes de Siracusa

El regreso de Donald Trump a la Casa Blanca preocupa a muchos líderes en el mundo. A diferencia de su primer mandato, esta vez llega con un plan más estructurado y con la determinación de consolidar el dominio de Estados Unidos con un enfoque sin restricciones, América Primero. Para entender cómo piensa lograrlo, debemos analizar las cinco palancas principales que tiene a su disposición y cómo las está usando para obligar a otros países a ceder ante su proyecto.

1. La Fuerza Militar: «Obedéceme o prepárate para pelear»

Estados Unidos sigue siendo la superpotencia militar más poderosa del mundo. Su gasto en defensa es abrumador, con alrededor de 900.000 millones de dólares anuales, 3 veces más que la cantidad gastada por China, el segundo país en la lista, y 10 veces más que Rusia. Trump lo sabe y lo utiliza como una amenaza implícita: si un país desafía los intereses de la Casa Blanca, la posibilidad de retirarle el apoyo militar o azuzar a sus enemigos internos se vuelve real. Esta es una estrategia de disuasión, es decir, convencer a otros de que el costo de oponerse es tan alto que es mejor no intentarlo.

En este contexto, Trump es el actor principal que busca mantener el liderazgo global a través de la fuerza para construir la paz en el mundo. Su administración desempeña el rol de quien dicta las reglas del juego, con el ejército y el complejo militar-industrial como sus principales aliados. Los rivales internacionales, como China y Rusia, representan los obstáculos que desafían su dominio y que deben ser neutralizados.

2. El dinero: «Haz lo que digo o pagarás el precio»

Trump utiliza la economía como un arma. Sabe que muchos países dependen del comercio con Estados Unidos y, por eso, impone aranceles y sanciones para presionar a sus rivales. Con China, por ejemplo, ha jugado una estrategia de «tira y afloja», aumentando tarifas sobre productos chinos para luego negociar acuerdos más favorables para Estados Unidos. Este método funciona como un juego de negociación extrema: Trump sube la apuesta con medidas duras y luego ofrece alivio a cambio de concesiones.

Aquí, el dinero y el comercio se convierten en el objeto de disputa. Trump se presenta como el guardián de la economía estadounidense, mientras que los países con superávit comercial, como China y México, son sus adversarios. El resultado es un escenario en el que Estados Unidos pretende moldear las reglas del comercio global a su favor.

3. La tecnología: «Te dejo fuera del futuro si no me sigues»

Estados Unidos es el líder en innovación tecnológica, controlando empresas como Google, Apple y Microsoft, entre otras, y dominando sectores clave como la inteligencia artificial y los semiconductores de vanguardia. En su primer mandato, Trump bloqueó a China para que no accediera a tecnología avanzada, como los chips de última generación. Esto funciona como un juego de ventaja estratégica: quien tenga el control de la tecnología más avanzada dictará las reglas del futuro. Si un país no coopera con Trump, corre el riesgo de quedarse tecnológicamente obsoleto.

En estas palancas, la tecnología es el arma más valiosa. Trump y su administración buscan protegerlo de las manos de sus oponentes, que intentan acceder a él para desafiar el liderazgo estadounidense. La industria tecnológica actúa como su aliada, asegurando que el control del conocimiento y la innovación se mantenga dentro de su esfera de influencia.

4. La energía: «El petróleo y el gas están de mi lado»

Estados Unidos es hoy el mayor productor de petróleo (13,1 millones de barriles/día) y gas del mundo, superando a Rusia y Arabia Saudita, que bombean 8,9 millones de barriles/día. Con esta carta, Trump puede castigar o recompensar países dependiendo de su lealtad. Por ejemplo, Europa solía depender del gas ruso, pero con la guerra en Ucrania, Estados Unidos ha pasado a ser su principal proveedor. Trump podría utilizar esto para exigir concesiones a los europeos, amenazando con cortarles el suministro o venderles a precios más altos si no cumplen con sus condiciones.

Aquí, la energía actúa como una palanca de poder en la que Trump y las grandes compañías petroleras juegan el rol de proveedores de estabilidad económica y política. Los países dependientes del gas y petróleo estadounidense se convierten en los destinatarios de sus decisiones, obligados a aceptar sus condiciones si quieren mantener el suministro.

5. La narrativa: «Si controlo lo que piensas, controlo lo que haces

Trump no solo juega en el terreno militar, económico y tecnológico; también domina la guerra de la narrativa. Durante su primer mandato usó las redes sociales y los medios afines para moldear la opinión pública y desacreditar a sus oponentes. En el escenario global, esto significa que puede manipular percepciones sobre aliados y enemigos, construyendo relatos que refuercen su agenda. Si una nación no se alinea con Washington podría convertirse en el próximo «villano» en los medios estadounidenses.

En esta estrategia, Trump es el narrador que decide cómo se cuenta la historia. Los medios de comunicación y redes sociales afines a su agenda funcionan como los ayudantes que amplifican su mensaje, mientras que los medios críticos y las élites intelectuales progresistas representan una barrera que busca desacreditarlo. Así, la guerra de la narrativa se convierte en una batalla crucial para moldear la percepción pública y consolidar su poder porque “la historia la escriben los vencedores”.

¿Qué significa todo esto para el mundo?

Trump juega un ajedrez global en el que cada movimiento tiene consecuencias. Para sus aliados, esto significa que estarán bajo una presión constante para seguir sus órdenes. Para sus rivales, implica enfrentarse a sanciones económicas, restricciones tecnológicas o incluso amenazas militares.

Lo preocupante es que, en este contexto, no hay árbitro. Trump no respeta las instituciones internacionales y toma decisiones sin preocuparse por acuerdos previos o normas globales. Su enfoque es simple: Estados Unidos gana, los demás se adaptan o pierden.

Con Trump de nuevo en la Casa Blanca, el mundo enfrenta cuatro años en los que la diplomacia se basará en la fuerza, el dinero y la presión estratégica. ¿Están listos los líderes globales para enfrentarlo? Esa es la gran incógnita que definirá el futuro del planeta.

EL NACIONAL.

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