Republica del Zulia

Julio Portillo: Necesitamos entonces promover el regionalismo como protesta al excesivo centralismo en todos los órdenes. Tenemos que despertar la conciencia política de la provincia.

jueves, 20 de febrero de 2025

Relaciones de bolsillo Por Ender Arenas


Luis Parra

Foto: EFE

Una relación de bolsillo es aquella que se puede sacar cuando nos haga falta y meterla de nuevo cuando no y dejarlas bien guardadas. Este concepto manejado por Zygmunt Bauman para dar cuenta de “la naturaleza líquida del amor” me sirve para dar cuenta del comportamiento y de la manera de conducirse algunos sectores de la oposición con relación a la situación político-electoral después del 28 de julio y, especialmente, después del 10 de enero.

Relaciones de bolsillo ha sido la manera como el régimen, por ejemplo, se ha relacionado con la llamada “oposición funcional”, conocida también como “los alacranes” que, obviamente, lo de “oposición”, como término para designarle, es un eufemismo pues es un sector “paramilitante” del chavismo.

Con este sector el régimen utilizó los tradicionales mecanismos de cooptación del “clientelismo tradicional”, que podemos resumir, señalando que el régimen les brindó el “uso patrimonialista de algunos recursos del Estado” que va desde dinero “contante y sonante” (todavía a Luis Parra lo recordamos contando dólares, en el baño de una discoteca europea cuando dirigió la operación para defender en Europa y Colombia a Alex Saab y a sus empresas, especialmente, el negocio de los CLAP), hasta la dirección del partido, en su caso, Primero Justicia, que le fue cedida mediante una decisión judicial espuria y hasta la presidencia de la Asamblea nacional mediante “un golpe de  Estado” al parlamento con el apoyo del chavismo (Parra encabezó con José Brito el asalto a la presidencia de la Asamblea Nacional apoyado por la fracción chavista, el 5 de enero de 2020).

Pero, también el régimen lo ha experimentado con algunos sectores de la Plataforma Unitaria Democrática particularmente, con aquellos que han decido participar de las elecciones del 27 de abril. 

En este caso, el régimen ha movido su maquinaria y le ha ofrecido, a este sector opositor, las “rentas menores”, por ejemplo, gobernaciones, sobre las que, hasta ahora, cuando las ha perdido, siempre ha colocado como espada de Damocles, un llamado “protector” que es quien termina ejerciendo de facto los ejecutivos regionales donde electoralmente han sido derrotados.

 A las preguntas que han surgido hoy, por ejemplo, cómo se puede participar en unas elecciones convocadas por los mismos actores que han cometido todo tipo de irregularidades, como bloquear candidaturas, perseguir a los opositores, cerrar medios de comunicación públicos como espacios de la propaganda electoral opositora, cerrar negocios que albergaban a la dirigencia opositora en campaña, presionar a los testigos en el momento de los escrutinios, hasta llegar a la cereza del pastel: burlarse del resultado real y presentar unos datos en una servilleta, leída por el presidente del CNE, que es el mismo que hoy convoca las nuevas elecciones.

Presidir algunas de estas “rentas menores” le sirve a los sectores que decidieron ir a las elecciones propuestas por el régimen para justificar dicha participación con el manido argumento de “que no se pueden perder espacios”. Expulsando de su discurso la defensa de la victoria conseguida el 28 de julio, hacen dominante dentro de su narrativa una definición mínima de democracia en la que “el aseguramiento” de territorios (mediante el eventual triunfo en una que otra gobernación, si el régimen decide repartir algunas migajas) sustituye al proyecto que movilizó a la ciudadanía el 28 de julio, que remitía a la recuperación de la democracia y a la producción de  transformaciones mayores que el país reclama después de 30 años de haber convertido la ruindad del país en el “único bien” nacional. 

Así que todo el esfuerzo por lograr una fuerte unidad que batalló con éxito el 28 de julio ha vuelto a fragmentarse. 

He leído y visto las declaraciones de estos actores que justifican una y otra vez su participación en las elecciones para gobernador. Algunas con un enorme entusiasmo que de haber sido promovido por estos actores en la convocatoria popular para el 9 de enero estuviéramos enfrentando hoy una situación política diferente. Lo lamentable es que, en todas esas declaraciones, se repite como un mantra lo que siempre parece haber sido el deseo íntimo de algunos liderazgos de la Plataforma Unitaria: la cancelación del liderazgo de MCM. En ello coinciden desde Manuel Rosales, Capriles, el inefable Luis Vicente León hasta el camaleónico Vladimir Villegas y también por otros, que claman pasar la página del 28 de julio. Es bueno decir que también estos sectores han sido hábiles en el manejo de las “relaciones de bolsillo” y después de haber sido recuperados del ostracismo donde estaban sumergidos pretenden meter en lo más profundo de sus bolsillos el liderazgo que con un esfuerzo mayúsculo volvió a poner su palabra en la escena política. 

Aquí, también, debo reconocer que el régimen usa la cooptación como “una maquinaria que funciona como una matriz política, sociológica y organizacional-burocrática” que integra a actores estratégicos de la oposición al proyecto de relegitimar al régimen después del bochornoso fraude perpetrado en las elecciones presidenciales.

Sin lugar a dudas, hemos subestimado a Maduro y compañía muchas veces, pero habrá que reconocer que ha leído de manera adecuada y exacta la mentalidad del liderazgo venezolano y conoce su vocación de trapiche encargado de demoler los liderazgos que pretenden asomarse por encima de los aspirantes de siempre, la lista de los demolidos ya es grande. 

El último objetivo que quieren demoler es MCM y no tengo dudas de que harán sus mayores esfuerzos por desprestigiar su liderazgo.

EL NACIONAL.

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