El socialismo se torna radicalmente inviable. . . A no ser que se apele al totalitarismo más radical, a una asignación arbitraria y caprichosa de los recursos escasos. Emeterio Gómez.
Las relaciones entre los países del planeta requieren más atención económica que ideológica. El ejemplo en este sentido lo representa China, país que después de muchos años de revolución dogmática descubrió que lo que mueve al mundo es la posibilidad de crear y distribuir la riqueza según el concepto económico de propiedad privada. La política económica integral requiere una política comercial que tienda a lograr términos de intercambio internacional favorables, es decir, más exportaciones no tradicionales y sustitución de importaciones no esenciales o que se estén produciendo en el país.
Para ello es necesario desmontar gradualmente los controles de precios de bienes y servicios y los controles cambiarios a lo interno del país, con el fin de estimular la producción nacional en condiciones competitivas con el resto del mundo y hacerla concordar con la política fiscal y cambiaria previamente definidas.
La salud económica del país exige una mayor producción de bienes y servicios internamente, la generación de más y mejores empleos, el uso racional de tecnología y el conocimiento de los mercados internacionales para garantizar una mayor productividad de los factores de producción utilizados, en un ambiente de seguridad personal, patrimonial y jurídica. Todas esas medidas redundarán en un crecimiento económico armónico y sostenido que soportarán de manera progresiva y firme los programas sociales dirigidos a los más desposeídos.
El gobierno dictatorial del chavo madurismo tiene que reconocer que estamos en una situación económica crítica debido a la caída del ingreso de divisas, encarecimiento de las importaciones, y contracción del aparato productivo interno, con el agravante de la crisis energética, petróleo, gas y agua, que durará años en resolverse y que tienen un fuerte impacto en la producción y costos a lo interno.
Hay que deponer el falso orgullo que no permite reconocer la inviabilidad del socialismo del siglo XXI o admitir que el proyecto es totalitario, militarista, caprichoso y dictatorial donde poco importa el progreso del país y el bienestar de las grandes mayorías.
A pesar de que sabemos que la inteligencia, el conocimiento y la sensatez no tienen oídos a nivel del alto gobierno, presentamos como opción distinta al desbarajuste gubernamental, un conjunto de medidas de política económica integral que tiendan a recuperar las esperanzas perdidas y supere la frustración generalizada por el incumplimiento de las expectativas.
En primer lugar, es fundamental el respeto al Estado de Derecho y la eliminación de la regulación arbitraria e inconsulta, es decir, que se garantice la seguridad jurídica, patrimonial y lo más importante, la seguridad de la vida de los ciudadanos. Estos elementos son esenciales para crear un ambiente favorable para la atracción de nuevas inversiones.
Concomitantemente se debe hacer explícita una política económica integral que contemple las medidas siguientes: en materia fiscal, la devaluación de la moneda debe acompañarse con un plan de industrialización que permita la sustitución de importaciones e incentivos a la diversificación de exportaciones no tradicionales, de común acuerdo con el sector productivo nacional, en áreas de fortaleza competitiva con que cuenta la nación,así como con la política comercial internacional.
Se debe disciplinar el gasto público para hacerlo más eficiente y no seguir ejerciendo mayor presión tributaria sobre las empresas, empresarios y ciudadanos en general, liberando recursos para incrementar la demanda global.
Los subsidios deben ser selectivos, de carácter temporal y susceptibles de control por parte de las instancias correspondientes, hasta tanto se logren las condiciones económicas favorables que hagan posible su eliminación.
En política cambiaria, debe plantearse un desmontaje gradual del control de cambio, en concordancia con el pulso económico de la actividad productiva, ligado al plan de industrialización que sustituya importaciones y estimule nuevas y diversificadas exportaciones.
En política monetaria, es fundamental devolver la autonomía al Banco Central de Venezuela para que en ejercicio de sus funciones de control del dinero en circulación, el nivel de las reservas internacionales y de la inflación, la fijación de las tasas activas y pasivas, pueda preservar el valor interno y externo de nuestro signo monetario, como es lo deseable.
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