LA VICTORIA DEL 28 DE JULIO Por Douglas Zabala

Desde la primera elección presidencial en 1958, donde Rómulo Betancourt obtuvo la mayoría de los votos, hemos encontrado en el sufragio la herramienta fundamental para dirimir nuestros conflictos políticos. Maduro está utilizando el llamado a elecciones del 27 de abril como su nueva estrategia para desviar la atención de lo sucedido en la elección presidencial reciente. Seguro de la desconfianza generalizada que él ha producido hacia el sistema electoral, busca afanosamente que olvidemos lo sucedido la noche del 28 de julio.

Nicolás precipita este llamado a elección de Asamblea Nacional, Legisladores Regionales y y Gobernadores, armado de su principal fortaleza: La Abstención.  La abstención se convierte así en una herramienta que el gobierno pretende utilizar para “legitimar” su permanencia en el poder. Esto se hizo evidente tras la victoria obtenida por Edmundo González Urrutia el 28 de julio, donde quedó claro que la participación masiva del electorado y el descontento social, fueron las claves fundamentales para derrotar a Maduro.

Vamos a insistir hasta el final que no nos oponemos a ninguna elección, pero vamos a cobrar primero la victoria que por paliza obtuvimos el 28 de julio, de la mano de Edmundo y María Corina.  ¿Habrá una salida a esta crisis?  Es probable que sí.   Mientras tanto; en nuestro día a día, sigamos exigiendo la libertad de todos los presos políticos, el respeto a nuestros derechos constitucionales, el cese a la persecución y a las inhabilitaciones políticas. No perdamos la fe, porque si de algo estamos seguros es que esta es una lucha del bien contra el mal.

¡Con o sin negociación se van! Ha dicho María Corina; y desde ya, apostamos a que sí esta crisis tiene salida, debería ser resuelta con la ayuda y mediación de la comunidad internacional, entre los venezolanos, a través de la negociación, de forma pacífica, democrática y electoral, recordando que será crucial no caer en la estrategia oficialista de un llamado a unas elecciones sin garantía alguna de las formas democráticas, y para ello es necesario que nos paguen primero la victoria del 28 de julio.