Antes de hablar con ellos, su comandante ucraniano nos pone dos condiciones: la primera, no desvelar su identidad y usar lo que llaman «nombre de guerra». La segunda, para el que lo indique, es no mostrar su rostro en las fotos. «Muchos han combatido a los cárteles de la droga durante años y no queremos que los reconozcan en ninguna foto y que sus familias reciban su venganza por nuestra culpa».
– ¿Son buenos soldados?
– Lo son, pero su experiencia anterior combatiendo al narco o a las guerrillas en Colombia no tiene nada que ver con esta guerra. Sabemos que muchos vienen por el dinero aunque se muestran disciplinados y con ganas de aprender. En los asaltos no retroceden y, a veces, hemos tenido que frenarlos porque han llegado más lejos de lo que se les pedía.
– ¿Cuál es su mayor problema?
– Muchos no hablan inglés, así que tenemos que mantener un canal de comunicación en español siempre para que estén coordinados con sus compañeros internacionales.
Jagger, que eligió su nombre de guerra por el licor, viene de Medellín, «la capital mundial de las mujeres hermosas», según su propia definición. Después de tres semanas de duro entrenamiento de sol a sol ya forma parte del llamado «batallón latino» de la tercera brigada de asalto de Ucrania, un cuerpo de élite que se nutre de voluntarios locales e internacionales.
Colombia es hoy la nacionalidad que más se repite entre los extranjeros que eligen Ucrania como su nuevo destino bélico, la mayoría tras haber combatido durante años a las FARC en la selva. «Es la primera vez que voy a enfrentarme a algo así, una guerra con aviación, drones, blindados y trincheras. Las guerrillas en Colombia no tenían nada de eso», confirma el propio Jagger.
«Nuestros viejos enemigos están con los rusos»
– Sabes que al otro lado también combaten otros colombianos, ¿verdad?
– Lo sé. Nuestros viejos enemigos están con los rusos. Si ya les combatimos en Colombia, tampoco me importa luchar contra ellos aquí.
La firma de la paz entre el estado de Colombia y las FARC ha propiciado que muchos militares, y también muchos otros miembros de las fuerzas armadas, se alisten masivamente en el lado ucraniano, también es posible encontrar a antiguos milicianos rebeldes en las filas rusas.
Les conocemos en su último entrenamiento antes de incorporarse a filas y ser enviados al frente. En el primer ejercicio del día, deben avanzar por territorio urbano casa por casa, cubriéndose uno a otro en el avance y obedeciendo las señas de su líder, que se comunican con las manos. Deben tomar una posición y así lo hacen. En pleno asalto ocupan varias trincheras y luego tienen que defenderlas.
El ejercicio incluye la aparición de drones, de los que deben avisar y combatir a tiros, además de cubrirse en los pozos de tirador cavados por ellos mismos días antes en la congelada tierra de Ucrania. Vuelan a la vez varios aparatos no tripulados, los clásicos Mavic, y su terrorífico sonido lo cubre todo. Cuando el dron ha sido identificado, comienzan los disparos en varias zonas a la vez frente a la red de trincheras. Son fogueo, pero suenan igual que los reales. Además, lanzan granadas detonantes, que también hacen bastante ruido y de repente la sensación es de estar inmerso en una batalla real. Los colombianos localizan la amenaza una a una, por radio y en español, hasta que es neutralizada.
Guko admite que «lo más duro» para estos soldados de sangre caliente es el frío de Ucrania. Jagger admite que el dinero a ganar es importante, pero que no es lo único: «Yo no estaría aquí si no creyera en la causa ucraniana, que es la causa de la libertad, contra un invasor». No es el único simulacro de ataque que recibirán hoy. El ejercicio dura hasta que el enemigo quiera. Como en la guerra real.
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